martes, 6 de octubre de 2009

Suicidios en naranja

Solemos decir que las causas de suicidio son personales e intransferibles. Es una decisión única que toma un sujeto ante determinadas circunstancias vitales. Hoy los periódicos nos cuentan que en los últimos 18 meses se han suicidado 24 trabajadores de France Telecom Orange. La situacion ha llegado a tal punto que el mosquetero Sarkozy ha hecho acto de presencia y ha llamado a consultas a los directivos . Ha sido tal el descalabro que hoy ha dimitido (jubilado oficialmente) el número dos de Orange. El responsable, en los últimos meses, del nuevo sistema de gestión de personal. Un sistema que promovía los cambios forzosos de puesto.
Algunos de los fallecidos explicaban, en su carta de despedida, que se mataban básicamente por su empresa. Por todas las consecuencias personales que conlleva cambiar de centro e incluso de destino de trabajo.
¿Cómo se puede explicar esto? Desde la psiquiatría se aduce el factor estrés, ese concepto amplio y sobrecargado, que viene a decir tautológicamente que la gente se mata porque le pasa algo malo.
Desde el psicoanálisis se puede profundizar un poquito más. Lacan desarrolló en los 60 la teoría de discursos. Una lógica para explicar los diferentes tipos de lazo social en torno a la regularizacion del goce. En 1970 elabora un quinto discurso: el discurso capitalista. Paradójicamente el discurso que fragmenta el lazo social dice. Un discurso que ha caido con toda su fuerza sobre la bienpensante Francia. France Telecom es un emblema francés. Es una empresa de la que el estado posee el 27%. Una empresa que venía representando un lugar de amo. La empresa cuidaba de alguna manera de estos sus trabajadores. Había un amo claro del que quejarse o al que adorar. Había una referencia en el discurso, un semblante. Las nuevas fromas de gestión han sacudido de la ensoñación a los trabajadores devolviendoles a su verdadera condición de uso. El suicidio es aquí un grito que clama: "padre por qué me has abandonado". Es el último grito rabioso y ciego que se resiste a asumir que en el discurso capitalista ya no hay amo sino solo goce. Un goce que solo remite a la falta de goce. Ya no hay amo y esclavo sino objetos de consumo. Por otro lado los sujetos son a su vez objetos de consumo. Seres hablantes que son usados y desposeidos de los pocos objetos estables quen tenían es decir, su ciudad, su puesto, su familia. La globalización del mercado conlleva la homogenización de los sujetos haciendo esto posible los suicidios en masa. Sin más referencia simbólica que el ser como todos los demás, el desposeer a un individuo del valor de su trabajo puede en este mundo llevar a los sujetos a este fatídico final.