jueves, 23 de diciembre de 2010

Navidad

En navidad siempre me acuerdo de una anécdota de consulta. Disimularé los personajes y los objetos pero la esencia de la historia es la misma. Andaba yo peleando con dos hermanos politoxicómanos y tras meses de dimes y diretes, subidas y bajadas, consumos y abstinencias, por fin ambos parecían acariciar una especie de estabilidad sintomática. Pongamos que en navidad, en las fiestas del consumo, ellos optaron por abdicar levemente de sus otros consumos. Hasta el punto que llevaban tres meses sin tomar alcohol, circunstancia que  en los últimos años, había sido el gran caballo de batalla. La madre, madre de politoxicomano, desesperada e hiperexpresiva en sus dichos y actos, vivió como un gran alivio este pequeño descanso en su habitual montaña rusa emocional. Tanto que se plantó en la consulta con una  botella de Cognac mal envuelta y con un montón de besos y abrazos.  El que suscribe intentó rechazar el regalo, poco convencido como estaba del porvenir salutífero de la familia. Pero  a veces las madres de los toxicómanos representan fielmente  algo de lo incoercible de sus hijos. Así que finalmente lo acepté y me fuí a mi casa con una mezcla de sentimentos. Como un compost de pesadumbre e infatuación (en estos tiempos no se regala tan a menudo a los médicos y menos a los psiquiatras). Di cuenta de mi proeza ante mis allegados y abrí la botella que curiosamente estaba por la mitad. Evidentemente nunca dije nada. Los pacientes siguieron "bien" durante bastante tiempo. Uno de ellos sigue bien a día de hoy. Pero siempre me pareció un mensaje muy clarito por su parte y un detalle a tener en cuenta a la hora de creerse que "tu has sido él que".

lunes, 20 de diciembre de 2010

Citas 10

La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca.
Heinrich Heine (1797-1856) Poeta alemán.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Limpiando lo siniestro

Lo siniestro es un artículo mítico de Freud donde habla de esos mínimos encuentros con lo real de la vida cotidiana. Como lo familiar puede tornarse extraño y como una palabra de repente puede desfallecer. Freud rescata que la palabra unheimlich (lo siniestro) puede tener significados opuestos según el contexto.

Pues bien, paseaba esta mañana después de luchar con la urbe a la búsqueda de un informático que se meta con problemas eléctricos (maldita hiperespecialización) cuando, cerca de mi casa, en las inmediaciones del mercado del Progreso (a nivel frutal últimamente en franco Retroceso),  me he topado con un grupo de adolescentes y una maraña de jubilados. A falta de botellón y obras, en el interior de la cápsula social que delimitaban, cimbreaba un cordón policial. Tras el cordón varios agentes de la nacional y una ambulancia. Y en el centro de estos, el epicentro de lo siniestro: un cuerpo muerto. El rumor decía tres cosas: "La han tirado", "se ha tirado", "se ha caido". (Convengamos que no suele haber más opciones salvo intervención extraterrestre con viajes en el tiempo incluídos).

M eabro paso entre risas nerviosas y sutilezas del análisis de los púberes: "Hostia que fuerte", "joder la sangre", "hay que llamar a los del CSI". Eso si: una nota dominante. La risa. La satisfacción de haber esquivado  lo real, lo insoportable. Este placer de que la vida les pasa a los otros. Más alejados, los jubilados entonaban un cántico más triste y piadoso sazonado con críticas al devenir del mundo, la modernidad y Zapatero. No faltaba alguno que sospechaba que los controladores aéreos tenían algo que ver en esto.

Yo paseé mi "sustito" (ya tengo varios muertos en la agenda visual) entre el jolgorio no sin antes percatarme de que lo primero tras la ambulancia y el furgón policial era el servicio de limpieza.

martes, 14 de diciembre de 2010

Lacanianos 2

  

      Acuciado por los brillantes blogueros que circundan esta red psi me encuentro en la obligación de volver a hablar del psicoanálisis esta vez con el entusiasmo de haber creado cierto debate.

      No voy a redundar en las cuestiones sobre la cientificidad que han quedado ya bien claras gracias a los amigos de Postpsiquiatría. Añadir, si cabe, que  creo que la psiquiatría en si no es un buen referente a la hora de  hablar de una metodología experimental infalible como ya comenté en otras ocasiones.

       Tampoco vamos a hablar de la cosa esta de la religión de los lacanianos y de que si los lacanianos hablan en un código encriptado que repiten como mantras. No quiero abundar en esto, más que nada, porque es obvio que eso a veces pasa y que de gilipollas esta el mundo lleno (da igual la bandera que sigan).

        La cuestión es que el psicoanálisis lacaniano es una lógica que supone volver al primer Freud, al de las representaciones, el de los lapsus, el chiste, los sueños etc con el punto de vista girado hacia el estructuralismo y hacia la dialéctica de Hegel. Esto evidentemente es más largo y complejo y se trata de una teoría sobre el ser con múltples aplicaciones en filosofía, literatura o antroplogía.



      Bien. Pero aquí el psicoanálisis este puesto en cuestión como terapeútica. Porque como discurso no funciona. Forma parte ya de la cultura pero las instituciones y los aparatos del discurso del amo no se rigen por la lógica psicoanálitica. Funciona si cabe como terapeútica, y es ahí donde tiene que demostrar el valor de sus postulados.

      A este nivel voy a intentar dar una serie de claves técnicas de como hace el  psicoanálisis en la consulta. Seguro que muchos de los lectores notarán de repente que ellos estaban haciendo psicoanálsis o algo parecido:

         1. La única verdad es que todo es mentira. Las palabras nunca significan lo mismo para nadie. El sentido es algo que consensuamos continuamente con las gafas de nuestro fantasma personal.

         2. Cada sujeto es único en su forma de estar en la vida y de gozar de ella. Nuestro trabajo es devolverle ese estatuto de unicidad y reinstaurar el valor de su deseo.

         3. Hay que saber  de que sufre el sujeto y en que parte eso tiene que ver con él. Ahí entra en juego lo inconsciente. De como algo doloroso se repite  por el goce que aporta. Este concepto de goce, es heredero de la pulsión de muerte y tiene que ver con la fijación en torno a lo traumático. Lo traumático, lo real, es eso imposible de atar con el lenguaje. Oseasé la sexualidad, la identidad, la lengua,  la muerte etc.

         4. La unica dirección en la cura es la que el deseo del sujeto sugiere. Siempre hay algo que se quiere y que se asume como imposible o que de alguna manera se elude.

         5. La técnica es que la persona hable libremente (que es imposible) y se cuestione. Nada más. El silencio del analista es para que no se convierta en  un diálogo ni en un blablablba.

         6. No hay simetría. Nunca hay simetría como no hay relación sexual. Esto quiere decir que no hay una forma establecida y razonada de como son las relaciones. No hay un programa biológico ni un rito organizado para todos igual a la hora de las relaciones.  Eso quiere decir que cuando alguien viene a consulta esta en posición de no saber algo de él. El analista asume el rol del que sabe. Eso sí, exclusivamente al nivel que el paciente tolera (esto es importante hacerlo con mimo). Es inevitable. Pretender una consulta de igual a igual es borrar la diferencia que existe entre las palabras.

         Convengamos en este punto traer  a Haley. (Nota: el análisis de Haley lo realiza Lacan del propio psicoanálisis desde Hegel en el seminario 17).  Haley pone en duda el valor de este dispositivo irónicamente al establecer  esta disimetría. Quizás no lo pone en duda, simplemente lo llama juego. Lo cual no está mal. Hay algo de la pantomima en el dispositivo. Es verdad. Como decía Lacan es una paranoia dirigida. Quitando el matiz de que hay gente suicida y gente muy grave que va al psicoanalista (como van a otros terapeutas, of course).  En ese punto lo del juego, y la cosa de las  las jugadas en el análisis de Haley resulta un poco frívolo.

          Respecto al final de análisis, acierta Haley con la cuestión de la asunción del síntoma, en este "al final me da igual". Si bien habría que ahondar un poco en eso. Una persona acude con síntomas del orden: "me angustio en el trabajo", "tengo fobia a la gente"o " la vida es una  mierda". Eso poco a poco se va trasmutando en: "mi jefe me pone en un lugar que no se que hacer", "no es la gente soy yo que tengo que hablar lo que me da miedo" o " mi vida es una mierda y eso en gran medida es por mis decisiones (no la vida)" y con los años eso cristaliza en formulaciones mucho más depuradas del orden "yo soy eso", "de lo que gozo en la vida es de esto". El inmedible ahorro de angustia y sufrimiento se hace patente y si no la gente no iría al psicoanálisis. Así de claro. En este mundo la gente consume de todo. Pero el psicoanálisis es un consumo  un poco contracorriente porque no haces más que perder dinero sin saber muy bien hacia donde. Nunca tienes el objeto. No te dan al final un Ipod, o una PSP. Por lo tanto algo de otro orden sucede  ahí. De todas formas como decía Freud, un análisis se acaba cuando el paciente se va. Estas últimas depuraciones del síntoma, estos estadios finales del análisis habitualmente son sólo para freaks como los psicoanalistas que al fin y al cabo no somos sino los más enfermos de todos y no quedamos contentos hasta que exprimimos todas las posibilidades del síntoma. De hecho a veces ni siquiera nos quedamos a gusto del todo y por eso montamos escuelas y otros delirios para discutir entre nosotros hasta el infinito.

           En fin. Espero que resulte útil este escrito y que suscite más debates y disquisiciones varias.

martes, 7 de diciembre de 2010

Internamientos

Lautaro nos envia esta nueva ley.

Hay perlas como estas.

En su artículo 27, establece: "Queda prohibida por la presente ley la creación de nuevos manicomios, neuropsiquiátricos o instituciones de internación monovalentes, públicos o privados. En el caso de los ya existentes, se deben adaptar a los objetivos y principios expuestos, hasta sus sustitución definitiva por los dispositivos alternativos".

Estamos ante un cambio de paradigma que deja de entender a las personas con discapacidad mental como objeto de asistencia para considerarlas sujetos de derecho"

Leer aqui 

Gracias Lautaro,

jueves, 2 de diciembre de 2010

De temores y fracasos

Hace años leí en no se cual revista psicoanalsita algo así que decía como "todos recordamos las tumbas de nuestro diván". No era un comentario sobre los suicidios sino más bien sobre los pacientes en los que el psicoanálisis fracasa. Más bien en los que el clínico sabe que ha fracasado en la dirección de la cura. Y es que estas cosas van pesando y a veces está bien cuestionarse algunas cosas. En psicoanálisis se practica mucho la supervisión de casos. Estas no sólo se realizan con tu analista, en el caso de que sigas viéndote con él, si no tambien con otros analistas que por lo que sea tienes alguna transferencia o hablando más llanamente buen rollo, amistad o que es colega de tu mujer o un amigo.

Durante la residencia en psiquiatría recuerdo también haber consultado casos con mis maestros y haber asistido a consultas con ellos. En algunas ocasiones estos momentos los recuerdo como algo realmente formador y vivificante.

El caso es que en salud mental, salvo con los residentes, esta figura ha desaparecido. A veces hay grupos de estudio o reuniones de grupo asistencial pero, insitiendo con algo recientemente expuesto, hay una lejanía, cada vez más palmaria entre la clínica diaria y ciertos cuestionamientos. Vayamos por partes. Por un lado están los que de entrada no creen en ninguna referencia a la impericia del clínico. Todo se trata en este caso de diagnosis de problemas bioquímicos. Bueno no sólo. Estos discuten entre ellos y se vilipendian  porque el pobre el fulanito no supo distinguir entre un bipolar tipo mixto 2 con patatas  y un esquizoafectivo de libro (concepto por cierto de los 90....ya me contarás de que libro). Por otro lado hay un montón de clínicos que cabalgan entre diferentes lecturas y formaciones y que conservan cierta inquietud por el saber, pero que, entre acertadas críticas y vehementes razonamientos, a la hora de los cuestionamientos (me incluyo el primero y a los lacanianos de sombrero) no somos capaces de pedir ayuda, de parar o de interrogarnos sobre que es lo que no funciona. A modo de viñeta, en nuestras profesión, el día a día esta plagado de: "este es imposible", "este es un hijoputa", "es un carencial", "con esa familia no haya nada que hacer" y no se trata de negar que hay situaciones que son del orden del imposible sino de ver en que parte nuestra visión está tapando el ángulo. Es algo que los lacanianos llaman el no-todo pero que mi abuela explica muy bien, diciendo "es que no se puede saber todo" o "dime de que presumes y te diré de que careces".

En fin creo, quizás ingenuamente, que la única forma de aprender esta imposible misión que nos hemos encomendado neuróticamente es escucharnos. No delante del espejo sino delante del  otro, y por supuesto, escuchar los dilemas de los otros porque muchas veces si que sabemos más de lo que  creemos.

PD Como dice Jesus la escritura nos cura pero no estaría de más hacer algo que nos moje.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Vocaciones

Un amigo argentino nos comenta que quiere dejar la residencia en tercer año. Que está muy decepcionado con todo lo que ve. Hace años cuando empecé a hacer la residencia recuerdo que pasé horas y horas entrando en las desaparecidas páginas de txorriherri. Estos tipos con su gran sentido del humor y sus finos análisis me alegraban y tranquilizaban los días de arrepentimiento y odio vocacional. Recuerdo además que les mandé algún mail y que me respondieron encantados invitandome a visitarlos cuando quisiera.

El caso es que todo esto me hizo pensar en torno a la vocación, si es que eso existe, y en especial  a la vocación psi. Como dice la mujer de Fernando Colina, los psiquiatras para ser psiquiatras tienen que tener "un punto". Esto del punto, hablando así llanamente, viene a ser cierta pedrada en la cabeza. No como para ingresar pero si para ser conocido por ciertas excentricidades y manías peculiares. Convengamos además que estas rarezas psi esconden  un deseo que tiene dos caras. Una es la de ayudar al otro con el simple empleo de la palabra y la otra es la de ayudarnos a nosotros mismos. Saber lo que hay que saber pero sin pasar por la casilla de salida, es decir, sin ser paciente. Porque ya nos apañamos  con nuestras peculiaridades y mejor aprender de los libros. Eso evidentemente tiene a veces un filo peligroso porque no dejamos de jugar con gente que sufre mucho y que a veces pone muchas espranzas en nosotros. Digamos que no podemos andar con medianías y deseos encubiertos.

Llegados a este punto se me ocurren varias conclusiones sobre la vocación psi.

1. Que es siempre sintomática , en el sentido mas psicoanalítico. Es decir, los psi no tienen una posición en la vida equiparable a ser charcutero. Con todos mis respetos al gremio de charcuteros, lo psi no es una opción vocacional intercambiable fácilmente con la de un comercial, un anestesista o un jardinero. Requiere de un deseo de saber un poco más allá de los discursos así como de cierta flexibilidad para el deseo del Otro (como dice Miller, en Introducción al método psicoanalítico).

2. Que si piensas que es como cualquier especialidad médica ya sabemos  donde vas a terminar. Sólo elige tus laboratorios de cabecera, cierra los ojos y por favor no intentes ser moderado, psicodinámico y eclecticista. Es peor. Es mejor ser biologicista honrado que andar liandola por ahí.

3.  Que tarde o tenprano hay que pasar por el diván. Aunque sea para un lavado y engrase.Es de vital imortancia, a mi entender, a  la hora de cuidar los jardines ajenos tener el tuyo apañado. No hace falta que vivas grandes dramas ni que escondas un síntoma horrible. Sólo visitar de vez en cuando un lugar para el descanso del guerrero donde por lo menos contar las cuitas de consulta y los atolladeros donde a veces nos metemos.

  En fin. Poesía en el jardín.

viernes, 29 de octubre de 2010

Los lacanianos

Hoy, un gran psiquiatra al que respeto y admiro, conocedor y usuario, tiempo ha, del psicoanálisis lacaniano me ha dicho. "Joder cuando entra un lacaniano en la sala, algo espritual se rompe". Como si viniese el dalai lama de la posmodernidad o el Ramachandran de la nada. Todo esto en el ambiente más pacífico y divertido como es tocar la guitarra para preparar la cena de jubilación de un muy querido colega. Y luego, evidentemente, lo he pensado un rato. Y no creo que tenga que ver mucho con el psicoanálisis lacaniano. Al fin y al cabo no es más que una terapia. No para el todo el mundo y no infalible. Pero hay muchas terapias así y ninguna toca tanto los cojones como los lacanianos.

Y honestamente no se me ocurre ninguna lógica al respecto. Entiendo que hay lacanianos soberbios, delirantes, fundamentalistas y proselitistas pero nada de eso me hace sospechar de la utilidad de muchos de los postulados lacanianos. Entiendo también, que la jerga a veces resulta un poco incomprensible,y que, a menudo, la enseñanza de esto tira para atrás. Entiendo tambíen que, amando a Freud, Lacan en ocasiones resulta un poco desestructurante (hablo desde mi propia experiencia). Pero eso si, el continuo odio y reserva que frecuentemente la psiquiatría guarda en torno a los lacanianos no hace más que confirmar el hecho de que algo importante late en ese discurso. Si no importante, algo no fácilmente destruible. Y es que para someter algo hay que entenderlo y verle las tres vueltas. Y cuando uno se sale de la medicina basada en la invidencia, el psicoanálisis lacaniano tiene algunas cosas que decir, a veces, un poco insoportables. A menudo cuestionantes para uno y para su práctica. Y también, porque no, es siempre más amable quejarse un poco del mundo y que la mierda no me toque. Pero una vez en ese camino es para mi un mejor asidero cierta lógica clínica clásica que, en mi opinión, se entiende mejor con el psicoanálisis que con todo el delirio actual de la neurociencia enredada como está en un fino hilo de iatrogenia, comercio y eugenesia.





PD Ansío discusión y propuestas.

Psiquiatría y eugenesia

Así. Publicado en el país. Como quien no quiere la cosa. Un poquito de eugenesia psiquiátrica con el café. Nos lo manda nuestra conexión en Madrid, que últimamente no escribe nada pero se lo perdonamos por su carácter de irredenta fenómena.

Ahí va. Yo todavía estoy entre acojonado, perpelejo, atónito y diciéndome: como está el pais....



miércoles, 20 de octubre de 2010

Llamemos a las cosas por su otro nombre 2

Esta es un clásico.
"Cuando me da la impresión es que no quiero levantarme de la cama"

Es realmente una depresión impresionante, además de una teoría etiológica para nada desdeñable, heredera de la más pura tradición psicoanalítica.


LLamemos a las cosas por su otro nombre 1

Hoy, un hombre preocupado por su hijo, me ha pedido quer le ponga esa medicación que le quita las "lucideces" a su hijo. Pero poco para que no se quede dormido.

Si lucideces.....

Alucinaciones. Me ha costado un rato. De hecho a partir de ahora a las alucinaciones las voy a llamar lucideces.


sábado, 16 de octubre de 2010

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Pues como anda todo el mundo inspirado.....(la verdad es que es un gustazo rodearse de gente tan afin y tan fina)

La verdad es que a mí tampoco me gustan los libros de autoayuda (alguno leí en mi adolescencia y no guardo buen recuerdo de época semejante). Ahora, cada uno que sea libre: el que quiera fumar que fume, el que autoayuda, autoayuda, el que ver culebrones haciendo el pino, pues eso... Mientras no se moleste a los demás.
En lo que sí coincido con Jony es que ver a un profesional recomendando una lectura de esas, me da un poco de repelús... Como que para ese viaje, no hacían falta alforjas... Vamos, que te lo podría haber recomendado la portera y te ahorras la consulta...
Un saludo.

Jose Valdecasas

Y ya que estamos

Pues eso. En estas jornadas anti-todo que no antídoto, vamos a cargar las tintas en dosis infinetismales.

Me suicidé ayer

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 Los comentarios al hilo del último post son tan buenos que merecen su propio post.



Los libros de autoayuda no son de heteroayuda, o alterayuda, son de autoayuda. Po lo tanto no ayudan al que lee sino al que escribe, proporcionando pingües beneficios.
De hecho deberían de llamarse de autorayuda.
Un saludo


Miguel

Comments (1)

Los comentarios al hilo del último post son tan buenos que merecen su propio post.


Pues lo mismo que yo les profeso, y tengo una librería en donde se venden.
Se me ocurren unos cuantos peros, en cualquier caso, y ante mi propio rechazo a lo que son, en la mayor parte de los casos, absolutamente infumables.
Hemos tratado de filtrar todo aquello que es directamente despreciable, y dejar lo que mas o menos tenía alguna base y/o fundamentación.
En general, hay gente a la que le puede acercar un poco a reconocer-se o a por lo menos tener una primera idea de por donde ir o por donde buscar. Mas que eso no creo que se le pueda pedir a un libro.
Por otra parte, y estadisticamente, hablamos de gente con una formación media, y un intelecto medio, así que seguramente lecturas mas profundas no van a conseguir sino aburrirles y confundirles.
A mi modo de ver siempre es preferible la buena literatura, pero bueno...
Por otra parte, los psiquiatras, psicologos, etc..también se suicidan, se deprimen etc...y no por ello dejan de ejercer o eso demuestra en modo alguno su inoperancia (aunque eso sería discutible).
Personalmente, los detesto, pero encuentro que pueden tener cierta utilidad para según quien y según cuando. Es algo así como la revista Muy Interesante, para sacar una idea básica sobre Astrofísica. Eso si, no creo que se pueda llegar a Astrofísico leyendola, aunque si se puede generar cierta filia hacia el área, en según quien y segun cuando.
Saludos.



Jesús Castro Rodríguez
 

viernes, 15 de octubre de 2010

Que asco de vida. Hoy autoayuda.

Buceando por la red  me he encontrado esta inquietante frase.
Hoy, he visto en las noticias que una famosa escritora coreana de libros de autoayuda para ser feliz se ha suicidado. ADV
 Es una página de humor donde la gente vierte sus miserias cotidianas. Esta me ha hecho mucha gracia y luego me he parado un segundo a pensar  sobre este lado mío oscuro y macabro. Me ha hecho pensar en los libros de autoayuda y en todo el odio que les profeso. Sin meterme en cuestiones teóricas de escuelas y líneas de investigación y terapeúticas lo de la autoayuda siempre me ha parecido deleznable. Si algo tiene ser psiquiatra, psicólogo, psicoanalista es que somos un otro físico. Existe. Y nuestra respuesta no siempre es previsible. La gente acude dividida entre lo que quiere y lo que le pasa, entre lo que piensa y lo que hace, digamos que viene habitada por un otro que a veces le resulta extraño y apático. ¿Como entonces se va a autoayudar? Lo único que se va a construir es una especie de ortesis de un otro supuestamente normal. En fin, horrible. El caso es que algunos compañeros de profesion a los quiero y respeto cuando no saben muy bien que hacer ante un neurótico molesto y pegajoso van y le recetan un libro de autoayuda. Tocaté los cojones. Y les da igual mi bronca. (evidentemente lo de menos) Es como si vas al mecánico y te dan un plano del motor y una llave inglesa que encima no vale para tu coche. Como dicen estos de la página: que asco de vida.
Ya no aspiro a difundir el psicoanálisis. Me conformo con que no den estos libros y presten atención a la palabra. A veces es tan fácil como esto. Por lo menos para evitar la yatrogenia. Y si no miren lo que pasa con algunos escritores de libros para ser feliz.

PD. Hace unos meses en una librería, un joven escritor en ciernes abrumaba a una editora con la idea de escribir un libro de autoayuda para escribir libros de autoayuda. No era mala la idea, no era mala....eso si... teniais que ver la cara de la editora....

miércoles, 13 de octubre de 2010

Paranoia y Lenguaje

El otro día leí un texto muy interesante en el blog postpsiquiatría. Hablaba, en mi opinión, de las diferencias que existen cuando el diagnóstico es adjetivo o sustantivo. Esa cosa imposible de afinar que es el alcance de nuestro saber. Muy interesante y recomendable. Lo cual me recordó un texto con el que me rompí la cabeza hace unos meses y que presenté en el congreso de la Otra Psiquiatría. Hace poco, revisado y reparado el texto para su publicacion, la musa de la Otra Psiquiatria, que es Chus Gomez, me comento que le habia gustado. Asi que aqui lo clavo, advirtiendo de que es un poco largo y espeso por momentos.





Paranoia y lenguaje.

Ciertamente se trata de una obscenidad intentar cernir en 15 minutos cualquier cosa que toque a la paranoia. Por otro lado es casi demencial intentar apurar cualquier idea sobre el lenguaje en tan solo 15 minutos y por supuesto es casi un suicidio intelectual intentar atar paranoia y lenguaje en esos mismos 15 minutos. Pero bueno, horrible era también renunciar a mis ganas de hacerlo así que aquí estamos, citando al Dr Colina, delante de un toro mas grande que la plaza. Un toro topológico podríamos añadir.

Y es que el toro de la  paranoia inunda la historia de la psiquiatría. Y la inunda hablando. La paranoia enferma a los psiquiatras desde hace siglos. Son esos locos que no están locos. Esos locos razonantes con un lenguaje sin fisuras y una lógica inapelable. Lean ustedes Estudios sobre la psicosis de Jose Maria Alvarez. El texto es:  “¿Qué fue de la paranoia? Sobre la permanente objeción de la paranoia al discurso psiquiátrico de las enfermedades mentales.” Es la historia de como la paranoia ha sido el caballo de batalla diagnóstico de la psiquiatría desde los primeros alienistas. Ha sido el diagnóstico para todo y para nada. Ha sido claramente de etiología orgánica y completamente psicogenética. A veces según los tiempos, a veces según los autores, a veces según las escuelas. En definitiva ha sido siempre la frontera de cualquier intento de demarcación y de separación entre psicosis y neurosis. Lo cual nos lleva inevitablemente a la cuestión del lenguaje. Por que si hay algo claro en la locura es que los locos dicen cosas raras o por lo menos, si no tan raras, dicen cosas que les llevan a suspender su vida y en ocasiones a  hacer cosas muy solitarias o problemáticas para los otros.

Entonces que sucede con la paranoia. ¿Están locos o no? Qué es estar loco habría que preguntarse. Los paranoicos son gente que cree que las cosas giran en torno a ellos. O que hay algún tipo de plan y conspiración de un otro para fastidiarle la vida. Como decía el  loco famoso Ernst Wagner: “ siempre que se juntan dos hablan de mi”. Afinando mas la definición son gente cuyo ser se funda en ser objeto del otro. Y esto es imprescindible para entender la paranoia como locura. Es este el punto que el psicoanálisis, trascendiendo a la historia de la psiquiatría, aporta como novedad. Freud fue el primero en pensar que los delirios son un intento de curación. Lacan añadió que este intento de curación es para reparar un falla primordial en la relación de estos sujetos con el lenguaje.  Hay algo rechazado que anula la cuestión de sujeto y les convierte en objeto del otro. De hecho esto es de tal importancia que tanto Freud como Lacan estudiaron la paranoia como el paradigma de las psicosis. Y es que en la esquizoferenia (si es que eso existe) y en la melancolia se ven continuamente correlatos paranoicos. Ideas paranoicas a veces no tan bien estrcturadas (como en la esquizofrenia) o delirios melancólicos-hipocondríacos que terminan pareciendo paranoias megalómanas tristes (vease Cotard). Convertimos entonces a la paranoia en la vía regia para entender que sucede en las psicosis.

Bien el toro es aun grande de lo que parecía: la paranoia es la psicosis. Pero es justo esa que mas hace dudar y que puede pasar absolutamente desapercibida. ¿Como diagnosticamos entonces las psicosis? Pues hasta la fecha, hablando. Los locos vienen, dicen alguna locura que tenga estructura de delirio añaden algunos detalles  más y los psiquiatras que somos muy listos decimos: esta loco. Entonces basamos nuestro diagnóstico en lo que dicen y en como lo dicen. Pero los paranoicos, algunos, nos hacen dudar. Prosigamos.

Jaspers nos contó que la paranoia es diferente a las otras psicosis por su comprensiblidad. Es una frase que remeda ciertas situaciones de la política más corrupta, es decir, es una especie de: “que pasa aquí nos entendemos todos”. Lacan tira por tierra este argumento en el Seminario III dedicado a las psicosis.  “Comprender a los enfermos es un puro espejismo” dice. Añade: “Los fenómenos anidéicos del automatismo mental son no conformes a una sucesión de ideas (....) es decir (....) no conformes al discurso del amo”. Son ruptura con el discurso. Viene  a decir que sentido y comprensión no es lo mismo. Comprendemos en función de un discurso sostenido. Insiste Lacan con: “la dificultad de abordar el problema de la paranoia se debe precisamente al hecho de situarla en el plano de la comprensión. Aquí el fenómeno elemental, irreductible, está a nivel de la interpretación”. Entonces es otra cosa. Los clínicos habitualmente utilizamos vagas e imprecisas definiciones para explicar cuando un sujeto es psicótico, cuando un paranoico se nos escapa. Searles habla de la psicosis como el olor a cierta ausencia de lo humano. Otros hablan de referencialidad, tangencialidad, ideas sobrevaloradas etc. El caso es que desde Lacan para hablar de psicosis hay que encontrar un trastorno en el lenguaje. Esto es fácil cuando vemos de primera mano en la clínica la gran semiología psiquiátrica, fuga de ideas, bloqueos, descarrilamientos, ecolalias, jergafasia etc. Pero algunos paranoicos no padecen ninguno de estos evidentes trastornos. Es algo mucho más sutil. Cuando Lacan dice que ha de haber un trastorno en el lenguaje, no se trata de la lingüística, “lingüistería” lo denominó en alguna ocasión. Los paranoicos no tienen ningún problema para la sintaxis y la resolución de  sus  contenidos mentales. Son capaces de elaborar perfectamente lo que dicen, de hecho suelen hacerlo mejor y de una forma mas rigurosa. No se trata de una falla en el lenguaje como órgano, como capacidad de comunicación, como eso que habla la lingüística desde Chomsky. Se trata del lenguaje como algo impuesto. Y de la imposición nace la identidad. No es comunicación el drama paranoico es la nominación. Se trata de que el el lenguaje nos da el ser. No se trata de bailar de un significante a otro, de traer y llevar mensajes,  se trata del efecto de la letra como unidad significante mínima que recorta el goce. La letra no es sólo el bit de la información es algo que recorta el cuerpo y da el afecto. En la paranoia lo que vemos es el negativo de esto, palabras como bits y afectos planos, sorprendidos del afecto del otro. El sentido personal de la vida de cada uno, la significación fálica viene de aceptar primero esta significante unario y luego aceptar que este entre en relación con otro significante. Se trata de aceptar una dualidad. Ser dos y en ese ser dos  aceptar al Otro. La cuestión del hombre en el lenguaje pasa por estar dividido y pasa por vivir  la vida entera en la dialéctica del si pero no, del pero no así, del yo creo que a mi o del que a mi me parece cual y mi me parece Pascual. Varados en este mar de lalengua buscando siempre  un resto que quedó de esta operación de alienación que nos hizo entrar en el mundo del deseo. En la psicosis esto se rompe. Los autistas ni siquiera pueden aceptar este significante primero. El encendido apagado de un interruptor es ya un horror. Es el Otro que invade todo su ser. Un Otro enigmático e imprevisible. En las otras psicosis si se aceptan el significante primero y el segundo  pero solidarios, holofraseados. Formando una sola unidad. Digamos que imaginariamente saben como funciona el juguete mientras no les represente. En tanto en cuanto lo simbólico no sea llamado a representarse. Aceptan el encendido y apagado mientras no vaya con ellos.

Bien; desde esta óptica a la hora del diagnostico de paranoia no se trata de buscar disfemias ni tartamudeces varias, se trata de buscar esta dificultad para la nominación, esta incapacidad para la dialéctica. Pero antes de entrar en esto, hay que explicar también someramente como para el psicoanálisis el diagnóstico es también una dificultad. El psicoanálisis aunque su discurso sea opuesto al psiquiatrico a veces no duda en vestirse los galones del amo y crear su propia semiología. Frente a la cual la paranoia se vuelve a escapar. El psicoanálisis es mas fino en este sentido y sabe que el hecho de que una persona se sienta perseguida o en medio de una trama en contra de ella no significa que debajo se esconda estructuralemente una psicosis.  Los picoanalistas  usan otras herramientas. Utilizan una especie de  semilogía de la biografía. Buscan el Edipo, la neurosis infantil, lo traumático del encuentro con lo sexual, las primeras experiencias los objetos transicionales, los pasajes al acto, los dejarse caer, el padre ausente, al madre devoradora etc. La ausencia y presencia  de todas estas cosas apacigua la sed diagnostica psicoanalítica. Por supuesto como a todos los clínicos la paranoia a veces también se escapa, y  sino relean el caso clínico del “Hombre de los lobos”. En fin, a este nivel, los psicoanalistas andamos a veces  igual que los psiquiatras. El caso es que toda esta parafernalia imaginaria semiológica busca confirmar algo que saben pero que no saben porque lo saben.  Es algo que sucede en el hablar con el psicótico y que apunta hacia eso que no se puede definir. El delirio de esta exposición es afinar un poco más en eso que no podemos definir y que los grandes paranoicos nos escamotean continuamente.

Retomaremos para ello la lingüística a la letra del psicoanálisis. Lacan en el texto “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis” habla de los shiffter. Siguiendo a Jean Calude Maleval en su libro La Forclusión del Nombre del Padre los shiffter son “estos elementos linguisticos, tambien llamados “embrauyers” por Ruwet y “particulares egocentricos” por Bertrand Rusell, que se definen porque su significación no puede ser definida sin una referencia al mensaje (Jakobson). Se trata de unidades gramaticales que designan la persona, el tiempo, el espacio, la forma en la que el enunciado embraga con la situación. Su significación es tributaria de un acto específico de enunciación. Comparten con el significante unario la representación del sujeto hablante”. Digamos que es lo que localiza al sujeto de la enunciación. No el yo sino el sujeto que nada entre el significante primero y el segundo. El sujeto que desea. Schreber hace una lista de frases que aparecen en su mente donde el debe aparecer como sujeto de la enunciación y lo que encuentra es el vacío y espera delirantemente que los nervios sean capaces de restituirlo. Lacan recoge de Clerambault este carácter idéicamente neutro de estas frases que dan cuenta de de la disolución del vinculo de la significación intencional con el aparato significante. Es esta intención que desaparece, es este  sujeto que busca algo y ya no puede hacerlo con las palabras porque las palabras de repente son exteriores a él.

Cuando hablamos con estos paranoicos, estas psicosis ocultas a veces inesperadas, es ahí donde debemos buscar la anomalía. En torno a los shiffters encontraremos varios detalles imperceptibles que darán cuenta de este extrañamiento de los psiquiatras y psicoanalistas cuando hablan con un sujeto paranoico. Alrededor del shiffter, del sujeto de la enunciación, encontraremos varias cosas:

La certeza. La certeza no es creer mucho algo. Los paranoicos son esos incapaces de creer. La certeza es cuando un predicado  se instala y no hay opción para la dialéctica. Son momentos en el diálogo donde no hay lugar para el cuestionamiento. No es ni siquiera algo a debatir. Son sentencias salomónicas que incluso el paranoico, a veces, no explica, o, en otros momentos, ni siquiera  cuenta sospechoso del poder que  albergan. Son estas certezas, en ocasiones, evidencias supuestas en el discurso, cazadas al vuelo en la clínica de los pequeños detalles, pero siempre bajo la máxima de no estar sometidas a ninguna dialéctica. El clínico escucha la certeza referida al sujeto o al otro gozador y no es capaz de encontrar el lamento de la duda o el sermoneo de la creencia. Los neuróticos cuando hablamos escuchamos normalmente nuestro propio mensaje en el Otro. Del discurso del otro vamos viendo lo que queremos con las gafas de nuestro fantasma. Con el paranoico en la certeza nos quedamos sólos. Y a él no le importa porque la certeza no es que esté, es que es y tiene que ver con este shiffter que no encuentra.

Encontramos también los neologismos. Los neologismos no son sólo palabras raras, fusiones o descomposiciones de otras. En los neologismos captamos el valor único y pleno de una palabra a veces corriente pero con un valor para el sujeto de palabra plena absoluta. Habitualmente aparecen estos neologismos de la mano de la certeza como predicados del sujeto. Hace dos semanas en una presentación de enfermos fuimos capaces, gracias a Jose Maria que lo intuyó, de atender a este empleo neológico de una palabra. Un paciente paranoico de muchos años de evolución explicaba lo malvado de su padre, relataba el goce del Otro con un neologsimo respecto del padre  que era “su ogrosidad”. Una palabra absoluta e  indudable que marca  al Otro como enemigo y gozador de uno.

También imprescindible en la clínica es la vergüenza. La vergüenza es un afecto. Como tal afecto es efecto de las palabras que se dicen. Pero de no de cualquiera. La vergüenza siempre es de goce. La vergüenza tiene que ver con revelar algo de la mas íntimo del goce propio. Los psicóticos a veces son unos sinvergüenzas. No es que no sepan de ese afecto pero no aparece siempre que el clínico lo espera. Recuerdo vivamente hace años  que Paco Ferrández me contó un caso de un hombre que le había dicho en consulta: "mi orina huele a mi padre muerto". Esta frase puede significar cualquier cosa y/o ser motivo de mil análisis e interpretaciones pero lo que tenia valor era el afecto con el que se decía. Venia a contar algo así como: es que es así. No es una metáfora. Y además no aparecía la vergüenza neurótica del que se le escapa un edipo en esta frase. Quizás había una certeza, una frase impuesta respecto de un  olor que le resultaba ajeno de si mismo, pero esa falta de vergüenza no es cualquier cosa, eso es lo que Lacan busca al decir: “un trastorno en el lenguaje”. Esto nos lleva mas concretamente a otra cuestión que es esta definición de las psicosis: los psicóticos no están fuera del lenguaje están fuera del discurso.

Este estar fuera del discurso es algo también accesible en la clínica. Esto del discurso es la matriz misma del lenguaje. Es lo presupuesto cuando hablamos. No se puede explicar  pero forma parte de todas las cosas. Por ejemplo el discurso universitario es lo que esta de fondo en la universidad, la idea soslayada de que todo se puede saber. Este saber es impersonal y transmisible. Todo se puede ordenar. Este presupuesto es el discurso universitario. El mayor logro de este discurso es el invento de la burocracia dice Lacan. O por ejemplo, en el discurso del amo actual, que es el psuedo discurso capitalista, el cual  tiene que ver con que todo tiene un precio y bajo el cual todos tenemos que  aspirar a gozar más y más. Evidentemente este discurso genera un lazo social pobre y precario. Los discursos son lo que hace los lazos sociales, no dicen lo que esta bien o lo que esta mal sino que pautan que es lo fálico, lo que tiene valor, sobre lo que se tiene que opinar  bien o mal. Por ejemplo en Sudáfrica después del Apartheid lo que se han encontrado es una brutal guerra entre tribus. Es la vuelta del discurso. El retorno de lo reprimido. No se trata del blanco o el negro. Se trata de la diferencia con el otro y ese discurso sigue siendo extremadamente potente en esa cultura.

Bien; en las psicosis los discursos son parafraseando a Woody Allen, “como todo lo demás”. Hay una cierta perplejidad cuando no ironía ante esto de los discursos. Si tenemos en cuenta que los discursos son lo que genera el lazo social se podría argumentar, en contra de la supuesta dificultad de la psicosis para con los discursos, que han exisitido en la historia grandes paranoicos que han hecho un gran vinculo social; han liderado revoluciones, sectas y suicidios en masa. Y es cierto pero han liderado. Nunca han sido gregarios, siempre han sido amos cargados de certezas lo cual ha atraído a innumerables neuróticos prestos a seguir a un amo que sabe de verdad, pero no ha sido lazo social, no ha sido dialéctica, ha sido palabra impuesta (en los dos sentidos). Dice Maleval: “en las psicosis en ocasiones no se puede entrar al intercambio dialéctico debido al obstáculo que suponen las certezas autoreferenciales. A falta de haber podido localizar su ser de goce en la falta del Otro, revelan no ser capaces de instaurar el vínculo social auténtico en que consiste un discurso”. Vamos a intentar explicarlo de nuevo. Hay algo en la psicosis del nombre propio. En el desarrollo humano hay siempre la aprehensión de un significante primario. Después de  este va otro. A partir de este binario se pueden dar todas las significaciones que uno quiera añadiendo elementos significantes. Un significante es sólo algo que remite a otro significante. Este primer rasgo unario está fuera de sentido. Adquiere su sentido en contraposición con el siguiente. Cuando esto no se da y s1 y s2 van solidarios, holofraseados, tenemos las certezas, los neologismos y el fuera de discurso, hechos estos que, en la clínica del paranoico, se refrendan con un hablar que continuamente remite a la defensa de su nombre propio y al valor del nombre propio como algo que remite a si mismo. Eso es lo que el clínico nota y no se puede definir. La sensación de que el fantasma del clínico (no quiero decir que el clínico sea un fantasma que también lo puede ser) no encuentra acomodo en el discurso del otro. El Otro no le devuelve su propio mensaje invertido. Pregunta y  respuestas que a veces huelen a nombre propio. Palabras que se refieren a si mismas.


Para terminar les voy a contar una viñeta clínica más dedicada a dejarles con un buen sabor de boca tras la espesura de esto que les he contado. Es una historia que no tiene que ver tanto con la esencia de las psicosis sino con la esencia del lenguaje para los neuróticos que no es otra cosa que  el chiste.  Hace años acudió de urgencias un individuo muy nervioso y desesperado por su medicación. Tomaba desde hace años una combinación de neurolépticos y ansiolíticos y ese día se le habían acabado. Había pasado el fin de semana en Vigo y postergado su estancia involuntariamente un día más. Era de noche y en las farmacias no le daban la medicación. Le dije que no se preocupase que intentaría procurarle el tratamiento rápidamente pero que quería que me contase un poco sobre él y sobre por qué tomaba ese tratamiento. Me dijo que si pero tenia prisa que tenia que irse. Me añadió: yo sufro de manías persecutorias, aquí hay gente que me quiere hacer mal, yo soy de Noia y tengo que irme ya para noia. Manías persecutorias y para Noia me voy. Ha sido la única vez que me ha resultado contener la risa en una consulta.
Vigo 24 de Mayo 2010
Bibliografía:

Lacan J., Escritos, Siglo XXI Aregentina, Buenos Aires 2003, 2 vols.
Lacan J., Seminario 3, Las Psicosis, 1955-1956, Paidós, Barcelona-Buenos aires-México 1984.
Maleval J.C, La Forclusión del Nombre del Padre, El concepto y su clínica, Paidós, Campo Freudiano 12; barcelona-Buenos Aires-México 2002.
Álvarez J.M, Estudios sobre la psicosis, Colección AGSM, La Otra Psiquiatría,, 2006


lunes, 11 de octubre de 2010

Brotes psicóticos que hacen canciones (8)

Susana Sosa, que de sosa no parece tener nada nos manda este delirio en medio de una habitación elástica.


El esquizofreno de mano 3 (y fin de la trilógica)

         Lo que todos estaban de acuerdo es que Richard era un niño muy bueno. No pedía, no exigía, no demandaba y cuando lloraba lo hacía sin ganas, como en un ademán que no parecía personal. Tanto que la abuela le llamaba madelman. Una especie de títere con cabeza, porque Richard era muy listo y sólo pensar en enredarse con lo humano y tal le producía una cierta pereza igual al viaje que tuvo que hacer una vez a Benalmadelman. Una ciudad costera, ribereña y hortera que permitía a Richard pasearse por el litoral y por lo literal. Expresaba allí sus opiniones en voz alta para que el ruido de las olas tapase la parte de sus opiniones en las que no podía reconocerse y que acudían a su mente para abastecerse de ripios, calambures y otros fuegos de artificio con los que Richard calmaba ese maldito ronroneo de palabras todavía sin intención clara.
      
         Y es que Richard era un niño muy bueno. Pero, ojo,  no sólo las palabras se agolpaban en su cerebro.

        Richard también  escuchaba el crujido  de sus articulaciones, de sus crepitantes mayores y menores, el sonido sordo del paso del sistema venoso fino al gordo, el goteo de la vesícula biliar desde el intestino al paladar y, por que no, escuchaba a veces la música conectiva-intersticial que precede a cualquier placer carnal. Y es que Richard tenía un cuerpo en porciones que el dividía según el momento. Estaba siempre entonces ensimismado intentado recomponer un sistema propiceptivo que sea de recibo para alguien tan sensible al desatino entre lo humano y lo divino. Y no era fácil. Pero es que Richard era un niño muy bueno.

jueves, 7 de octubre de 2010

El esquizofreno de mano 2

           



Sieso, duro, maniatado por la certeza Richard fue uno de los chicos más recordados en el colegio. Todos recuerdan el privilegio de haber asistido al episodio del acento circunflejo. Asistía francófilo Richard a la clase de inglés cuando sus ingles en un reflejo autónomo se apoderaron de él cual mono y comenzó un extraño baile de espasmos y orgasmos. Las musas se tornaron asnos y sólo fue capaz de liberarse de esta espasmodia cuando su amiga Teresa borró el acento circunflejo y suelta la presa de su voz, esta, entonó la marsellesa. Fue el primer encuentro de Richard con lo arbitrario del lenguaje. Y no movió ficha hasta haber pagado con los años un gran peaje. Este consistió en mantenerse mudo e impávido ante los mensajes del mundo y de la radio. Y no decía nada, y no era paranoia era para nada porque nada paraba la sensación de bombardeo de palabras que el mundo de repente le otorgaba. Le llevaron a los doctores, los asesores y a pueriescultores de los mas variados colores. Luego al abogado, al juez, a lo público y a lo privado. Al regional, al provicional,al de amparo y al constitucional. Al final lo consiguió y le fue reconocido su estatut de catatonia.
Luego  dejó la catatonia. Un buen tipo simplemente le preguntó que tal estás tu y resolvió ser lo que sea menos anhedonia y acritud.



 

miércoles, 29 de septiembre de 2010

El esquizofreno de mano


Richard era un preso.

Ingreso tras ingreso, delirio tras delirio, la vida poco a poco se aproximaba a ese martirio que años atras habia vislumbrado con certeza y sin colirio. Richard supo un no tan buen dia que estaba llamado a ser el elegido. No para las grandes citas ni los mayores brillos sino para concitar el alivio y la redención por los pecados obtusos y nimios. Fue ese día cuando haciendo el amor con la desabrida Maria vió en su cara lo perverso de una mirada que no era sólo para él ni para nada. Supo entonces que ella era mala y que él, para seguir en la vida con ganas  debería ser un nuevo Jesus, esta vez, de Guadarrama.
Asi que por esto, a Richard no le resultaban extrañas las continuas torturas farmacológicas y los extremos abusos sin lógica con los que la sociedad a la que él expiaba le sometía y le malatrataba. Formaba parte del plan infinito de redención hasta el ultimo grito. Además cuanto más se medicaba menos pensaba y más aferrado se quedaba a esta baliza que era esa frase fija de que él era el elegido y los demás sonidos.

Y así pasó por los circuitos de la incomprensión. Agudos, estables, deleznables y rehabilitación. Se dejó masajear por los discursos de la rectificación, la cognición y el sistema de que así si así no y quizás, si cabe, en do mayor. Hizo tests, pruebas de aptitud, pruebas de actitud y probó tambien a ser igual que tú. Eso si, todo estoicamente bajo la premisa de ser el elegido y de que para él siempre lo servido por lo comido.

Hasta que se encontró, otro no tan buen dia, con un psiquiatra maleante. Y le rasgó la paranoia por detrás y por delante. Le invitó a ser el elegido pero con mas tino y mejor destino. Y era curioso porque llevaba tantos años salvando a los que no creían en él que de repente el que creía en él no se quería salvar y no le torturaba ni le echaba la sal.

Richard quedó circunspecto y tampoco podía delirar mucho al respecto.

Así que no tuvo más remedio, más remiendo que parar el motor y, carcomiendo, furar el eje tractor de su dolor con el inhumano esquizofreno de mano.

El esquizofreno de mano es un dispositivo mundano, atávico y arcano que permite al loco parar un poco cuando las condiciones de vida se tornan tragedia y siroco.

Y Richard se deprimió. Y ser el elegido perdió todo su valor. Y pasó un rato. Y paso el dolor. Y empezo a delirar como el común de los mortales. Elegido a dedo por los que él, ahora, elegía para salvar de nuevo.

También escribía. Escribía para no olvidar la tortura de delirar de más. Y escribía poesía. Elegía poemas tristes como elegías para contar como delirar con alegría. Escribía Richard para poder ser el elegido. Esta vez con el sentido de haber consentido delirar a la vez que embragar y también lo hacía, por que no, para poder pasar de loco a ido que ha vuelto al surco que no al camino.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Medicina y dinerito

Hay partes un poco malas en el sentido del fervor documental por mostrar  lo penoso.
Todos los medicamentos tienen efecto secundarios pero parece que se extiende el rumor de que hay pastillas para remover los dolores del alma.
Aun asi merece la pena ver el documental.




El increible caso de la persona Cronica 2

Raúl Nikosia ha escrito una segunda parte para Mike!!
Ahi va.



Mike no lo sabía, pero algo estaba a punto de cambiar su vida para siempre. Una noche plomiza como boca de lobo, una noche de soledad como tantas en su vida, decidió que tenía que hacer algo. No podía soportar vivir en una sociedad tan impersonal, máxime cuando ésta le había excluido desde siempre. Su decisión fue tajante. Pensaba acabar con aquello que creía que cimentaba aquella enorme farsa social. Salió a la calle armado con varios sprays de pintura y se dirigió a la calle más comercial con la firme intención de remover conciencias con sus mensajes. En cada vidrio escribió estas dos palabras: diferencias personales. Hubiera vuelto a su casa con la algarabía del deber cumplido sino fuera porque el dueño de una farmacia de guardia alertó a la policía de sus andanzas.El coche patrulla no tardó en personarse. Los agentes detuvieron a Mike y lo llevaron a comisaria donde, después de un infructuoso interrogatorio, decidieron que para alguien con tanta personalidad sólo había una solución: la psiquiátrica.
Una ambulancia le trasladó al antiguo manicomio, el cual ahora se llamaba Centro de Higiene Mental. Allí, después de una rápida exploración, decidieron de forma unilateral que Mike debía pasar una temporada con ellos. Así que le ataron de pies y manos, no fuera a ser que tuviera un brote de agresividad contra aquellos que custodiaban el SABER del SER. Acto seguido le inyectaron la primera de las muchas inyecciones psico-farmacológicas que recibiría nuestro protagonista.
Semanas después Mike no se reconocía en el espejo. Su capacidad para entablar relaciones no había mejorado, en realidad era un tema que cada vez iba peor. Lo que el ingreso y la medicación sí habían conseguido era una absoluta despersonalización. Mike ya no era Mike, no sabía quien era, lo había olvidado, cosa que también fue considerada un síntoma por los dueños del SABER.



Fin.

 

domingo, 26 de septiembre de 2010

domingo, 5 de septiembre de 2010

Me la suda de Lilly

Alice nos envía este nuevo eficaz tratamiento.


jueves, 2 de septiembre de 2010

Trastorno por transtonteria

El gran Lizardo, de nuevo alimentando esta blogosfera desde ese lado del atlántico.


Lean y vean

martes, 31 de agosto de 2010

Encuesta abajo

El otro día me llamo un señor de la India para hacerme una encuesta sobre tratamientos psiquiátricos, prevalencia de enfermedades y ratios de curación y asistencia. Tras enterarme  de porque tenía ese acento y de como habían conseguido mi teléfono le invite amablemente a que me dejase en paz. Siguieron llamando durante una semana.

Y así luego nos llegan los datos.

Y con esos datos diseñan tratamientos, guías de diágnostico, estadísticas y dolores de cabeza nosográficos.

Medicina basada en la providencia.

lunes, 23 de agosto de 2010

Los Lillyputos.

*1- El Dr. John Rengen Virapen, ex-directivo de Lilly, cuenta la verdad
sobre la industria farmacéutica: La industria de la muerte.*

Cada vez son más los que deciden hablar claro. En esta ocasión es el Dr.
John Virapen, con más de 35 años de experiencia al servicio de la industria
farmacéutica. Fue Director General de la compañía Eli-Lilly en Suecia.
Pueden ver su trayectoria y biografía aquí

Pueden acceder a su libro: "Side Effects Death"
Ha decidido dedicar el resto de su vida a contar la verdad sobre la
industria farmacéutica y traemos aquí su conferencia subtitulada en español. 








viernes, 20 de agosto de 2010

Brotes psicóticos que hacen canciones (7)

Andy Chango, trovador de la droga, relata su estancia en una unidad de internamiento psiquiátrica.


jueves, 19 de agosto de 2010

Propuesta de nombre.

Interesantisima propuesta desde el blog de Miguel, psiquiatra isleño y nuestro Machado de Assis de cabecera.


propuesta de nombre para el DSM V

lunes, 16 de agosto de 2010

Psiquiatras esos bio-tipos (4)

El raro.

El raro es como muchos médicos ven a los psiquiatras. Pero para los psiquiatras siempre hay uno más raro aún y que concita habitualmente nuestros cotilleos y tertulias distendidas. Suele ser un tipo especialmente retraído y silencioso. Acude a todos los eventos y se muestra diligente y trabajador. Eso sí, no cuenta nada de sus pacientes ni de sus cuitas personales. Suele tener una vida misteriosa y habitualmente se le ve solitario y circunspecto en sitios de lo más insólitos. Alternan crisis de ausencia de 20 minutos en un diálogo con extraños días de hipomanía en los que repentinamente te hacen partícipe de una reflexión como si fuese una cuestión que hubierais hablado repetidamente. Y seguramente en su cabeza esa diatriba ha ocurrido frecuentemente

Por supuesto los compañeros suelen tildarlo con los más jugosos diagnósticos: Asperger, Esquizoide, Autista, Borderline etc.

Curiosamente dada su laboriosidad y su silencio suelen ser muy queridos por los pacientes más graves que aprecian sus silencios y le adjudican las más variopintas causalidades e interpretaciones.

PD. A veces cuando uno visita otro servicio psiquiátrico se hace rápidamente la composición de lugar al observar a uno callado y retraído. ¡Ojo! simplemente puede ser extranjero (basado en hechos reales).

domingo, 15 de agosto de 2010

Psiquiatras esos bio-tipos (3)


Si no fuese por su decidida inquina antilacaniana sería un quejas normal. Lacan Trópicos nos manda este texto florido y hermoso lleno de ácido y cal viva el cual , por supuesto, no podemos rechazar en un contexto como cosas que tu psiquiatra nunca te dijo.



¿Qué es psicoterapia? ¿Tengo remiedo?


Las teorías de la Terapia Cognitivo-Conductual están ampliamente reconocidas como tratamiento efectivo para múltiples trastornos psiquátricos. Desde un paradigma más simple, partiendo de la mera modificación de la conducta, esto es, el modelo del palo y la zanahoria; se abordaron otras cuestiones. De forma progresiva se hizo hincapié en la existencia de unos parámetros cognitivos más o menos establecidos en el individuo, que conformarían unos esquemas cognitivos que en su expresión patológica serían preciso cambiar por otros más adaptativos por medio de algo con un nombre quizás algo siniestro o al menos metálico: “reestructuración cognitiva”. La caja negra seguía sin importar, si bien existe un mayor acercamiento al individuo en sí que el que posibilitaban silogismos estrechos propios de los monos rhesus o los mangabeys tiznados. Pero…
Entramos ahí en un tema complicado. Vaya, esos esquemas cognitivos le han llevado toda una vida para ser constituidos a una persona, con mucho sudor y lágrimas. Básicamente, ahora, usted, terapeuta, se convertirá en Dios, en el sentido de que lo que usted piensa está bien, lo que el paciente piensa está mal, ergo “hágame caso y cambie”. Esto aderezado con ciertas dosis de patología del psiquismo de los terapeutas (por algo lo son, adelanto a los lectores de este artículo ya algo gamberro), y sumado a otras dosis de frases hechas y repetir al paciente lo que le ha dicho ya, hasta cabrearlo, la gente que le quiere bien, dan lugar a una terapia que suele ser de la máxima evidencia científica. “Piense bien”. Pues vale.
¿Es esto una falta de respeto al individuo? Si no lo es, no anda muy lejos. No importa de dónde viene lo que le pasa, el caso es que usted tiene una forma de pensar que le crea malestar, tome este registro, puntúe de 0 a 3.1416 esto y esto otro, piense en lo que pasa cuando su ira explota y le pega a sus familiares o rompe jarrones Ming, en las consecuencias de todo eso. Lejos del concepto de héroe lacaniano, pero próximo a las recetas de la abuela, los buenos consejos. No reflexione sobre el origen de lo que le pasa (si lo hace, hágalo de forma neurótica solamente). Eso es ser virtuoso en el sufrir, pero no lleva a nada. No intente integrar sus síntomas en su biografía de ninguna manera, ya se sabe, Freud sólo hablaba de sexo, sólo veía austrohúngaros y para eso pocos y no tenía ni idea de la serotonina, así que no era científico, al diablo con él. Es fundamental que su reflexión sea en todo caso superficial, aquí-y-ahora, y listo. Estos tienen como habilidad especial la omnipotencia y provienen de las facultades de psicología, en su mayor parte. También de que sólo es más fácil para la cabeza que esto el dar pastillas (pero esto como veremos es un tema reservado a los galenos, no castrados en esto).
Si tiene la suerte de caer en manos de un terapeuta familiar, quizás pueda no tener ningún problema. El problema está en la comunicación. Porque usted, sin saberlo, alma de Dios, se tenía que haber quedado en modo analógico, pero la ha liado parda con el digital. Estos terapeutas a veces provienen de familias conflictivas y/o desestructuradas, así que al menos le intentarán echar a usted una mano con eso. Les pondrán en círculo a usted y a su familia en una suerte de reunión precolombina, y le harán preguntas de forma circular, en plan “La Noria”, pero sin famosos. Llegará a algún pacto con alguien que cumplirá solo parcialmente. Lo bueno es que la culpa igual no es suya y es de su suegra (lo que remitiría de nuevo a la sabiduría popular apreciada por Freud)
El desastre será total si cae en manos de un terapeuta lacaniano. Son los más retorcidos, sin duda. Le van a joder la vida, directamente. Levantarán el polvo de sus muebles antiguos hasta hacerle toser y ahogarse. No le van a decir casi nada, y le van a dejar en pelotas (tanto simbólica como económicamente). Y cuando le digan algo, será raro, invariablemente. Tienen afán de protagonismo, quizás les hacían poco caso en su casa, les gusta significarse. En su vida personal, las normas se la traen floja (como a los usuarios del sistema penitenciario). La teoría se resume en que si alguien crea algo suficientemente complejo, tendrá adeptos enfervorizados. Disponen de una estructura similar a la de una organización religiosa (pese a los intentos de su fundador de evitarlo, a buenas horas, no hubieras comprado aquel traje de pana morado). En eso es como la Cienciología, y además comparten con ellos el odio a los psicofármacos (aunque todavía no tiran huevos en los congresos, pues sería poco elegante). Tienen la manía de usar palabras rebuscadas, un código para no iniciados ininteligible, pues así nadie puede criticarles, y encima para terminar de justificarse le dirán que el lenguaje no sirve. Tienen pues sus textos sagrados (los Seminarios de Jacques Lacan) y el Saber absoluto son ellos mismos. Se fundamentan en el Dogma, en eso suelen ser funda-mentalistas. Al que no lo hace, le acusan de Freudiano o cosas más extrañas como Kleiniano (esos ya son infelices porque no pueden ni sindicarse), y luego les queman en la hoguera (simbólica), tras atarles en una ceremonia con tres nudos borromeos y otros tantos gordianos. Cometa errores al hablar (confunda palabras como si fuese un guiri cualquiera) y estarán más que contentos. Si usted abandona el tratamiento, será por una Resistencia (es que encima provienen de Francia). Cualquier cosa que haga será interpretada, en su contra o a la contra. Hay unos fantasmas que dominan su vida y usted no lo sabe, y en virtud de eso repite siempre lo mismo (como la marca del zumo de naranja) sin saber por qué. Tenga cuidado con ellos.
Si el terapeuta es psicodinámico, pero de esos del psicoanálisis del yo, no será tan traumático. Simplemente le reforzará lo bien que hace todo, lo bien que va todo, lo bueno que es usted y la vida maravillosa que lleva (eso sí, de forma sibilina y sin hablar mucho, porque sino sería ya sospechoso de herejía cognitivista). Al final tendrá usted mejor defensa que el Barcelona. Le enseñarán a reprimir la represión controlando el peligroso reprise. Puede causar estreñimiento y cefalea, pero qué diablos, la neurosis puede ser poesía. ¿O no?
Si, por el contrario, cae en manos del modelo médico, de eso que llaman el biologicismo, pues la verdad todo será más fácil. Estos se debaten entre el no querer escuchar y el conformismo, trabajan en salud mental pero lo mismo podrían vender teléfonos móviles en una tienda (bueno, ser los jefes de la tienda) o ser internistas o cirujanos igualmente. La facultad de medicina les ha forjado. Le hablaran de cosas muy bonitas como los receptores 5HT2A y el Glutamato ye-yé. Esto suele sonar imperial y queda muy bien. Usted sólo tendrá un desequilibrio neuroquímico, vamos, algo le dirán de sus genes, igual tiene suerte y le hacen cuatro analíticas, una resonancia magnética de 3 Teslas y un examen rectal, pero si usted es el elegido, incluso puede acceder a “la-máquina-que-diagnostica” o al “estudio-científico”, quizás tenga que pagarlo caro, pero si le gustan los sudokus le gustará hacer tests hasta el infinito. Lo bueno es que no se librará de un buen diagnóstico (se lo merece, es usted una persona importante, y además no quiere crearle angustia al médico, verdad). Si tiene una neurosis histérica será doblemente feliz hablando de la sonda que le metieron, del F40 de CIE-10 a lo Fernando Alonso y lo mucho que sabe su médico (al que probablemente no le haya entendido nada, consuélese pensando que él tampoco ha entendido nada porque no le ha hecho ni puto caso cuando intentaba hablarle de sus problemas). Tómese dos de las pastillas naranjas, una roja, una verde; todo esto patrocinado por unos señores altruistas. Vamos, que ha entrado usted en un “mundo feliz”, con sonrisa de idiota y riesgo alto de ponerse como una morsa y desarrollar disfunción sexual. Si es que algunos lo quieren todo…
En cuanto al modelo integrador, íbamos a renunciar a comentarlo, pero haremos un esfuerzo. Esto es el mayor cacao que se puede montar uno. Es como mezclar tocino y velocidad excluyendo la variable cerdo. Se lo vamos a poner más fácil. Compre varios puzzles de más de 500 piezas, y a continuación intente montar todos en el mismo. Le recomendamos un analgésico, tila alpina y una benzodiacepina que le deje sonado. Si no lo consigue, en Ikea venden tornillos extra, por si le falta alguno a estas alturas.
Sobre la hipnosis, los rayos láser, las máquinas de biofeedback, la acupuntura, los masajes uterinos, la homeopatía, la musicoterapia y el desempleo hablaremos, si cabe, en el próximo capítulo. Desde luego, como decía un buen hombre, cada paciente tiene su terapia. El tema es encontrarla…