jueves, 25 de marzo de 2010

De los restos de Franco y otras mon"sergas"


Por todos es sabido que los regímenes totalitarios basan gran parte de su poder en una cultura del miedo y de la paranoia. Desde las escuchas y el terror del PCUS en el antiguo régimen soviético, a los asesinatos indiscriminados Mao en China, pasando por las visitas de la la SS nazi o los paseítos con la falange española. Pues bien, el miedo, el que dirán, la conspiración y el rumor totalitarista, no solo no está olvidada si no que, como retorno de lo reprimido, aparece en uno de los ejes de nuestra sociedad como es el sistema sanitario.

Todo el mundo estamos contentos con el sistema sanitario: es público y gratuito. No haremos aquí escarnio de las deficiencias en forma de listas de espera y estadísticas sesgadas. Digamos que por lo menos, ideológicamente, está bien. Pero últimamente si que se escucha cierta queja. Y tiene que ver con como funciona por dentro y como afecta esto al rendimiento. Porque si algo es un continuo problema es la capacidad de la derecha para, crónicamente, explicar que el sector privado es más rentable. Y es aquí donde entra la ley de sanidad. En España existe una ley laboral que obliga a las empresas, de alguna manera, a cumplir ciertas normas básicas en lo que es la contratación y el despido. El Estado, ahora las autonomías, pueden saltarse esa ley en lo concerniente a la sanidad. Y aquí nace el miedo.

Ustedes, ciudadanos de a pie, cuando van al hospital les atenderá seguramente un grupo de gente de los cuales la mayoría no tendrán su puesto de trabajo asegurado (aunque lleven 7 años de contratos varios), les atenderá un médico que ha firmado un contrato de guardia por un día. Seguramente verán a un chico joven de ojos pizpiretos, que todavía cree en las veleidades del sistema hospitalario, acompañado de un hombre anciano alicaído que, al borde de los 60, sigue siendo un interino. Es decir, verán un MIR con su adjunto y este último mostrará en su faz el hecho de saber que tiene menor estabilidad laboral que su aprendiz. Y en medio de todo esto verán sindicatos, listas, cadenas de sustituciones y cadenas de favores. Y el miedo. No decir nunca no a otro contrato peor. No renegar nunca de una guardia mal pagada. Ni siquiera cagarte en tu jefe de servicio porque el tampoco tiene mucho que hacer. Eso sí, si algún día consigues un trabajo fijo, cogerás una baja legendaria y te abandonarás a una desidia contumaz y arpía para hacer pagar al sistema por los años de terror y desesperación.

Claro, el público ve simplemente dos tipos de profesionales: unos indolentes pero intocables, siempre en su sitio, y otros, como su médico habitual y su enfermera, cambiando cada 6 meses y compaginando varios trabajos. Pero todo bajo el espectro del miedo en medio de una ley laboral inédita y absurda. Como colofón los poderes nos apuntan que faltan profesionales. Mentira: faltan profesionales que aguanten la vela. Tenemos un pool de profesionales mareados para que haya competencia y se maten entre ellos.

La desgracia es que uno termina pensando que la derecha tiene razón cuando apunta a privatizar la sanidad. Y es que mal que nos pese estamos en un sistema capitalista, y la existencia de la carrera funcionarial y su correlato el miedo, no hacen más que matar la plusvalía, única cosa que puede hacer funcionar las estructuras en un sistema así. Esperemos que algún día, ya abotargado y hediondo, este sistema reviente y se construya algo que tenga que ver con la gente que lo forma y con su deseo.

lunes, 22 de marzo de 2010

Depresion asintomática

Bueno. Como por fin hemos contactado con estos fenómenos, nos invitan colgar el texto integro y a trabajar con ellos en futuras publicaciones. Así que repetimos.


La Depresión Asintomática:
epidemia oculta y gran mercado sin explotar

Methodius Isaac Bonkers, MD, Investigador Principal
Bonkers Instituto para los Estudios Casi Auténticos
En los últimos años, las ventas de antidepresivos se han disparado más allá de los sueños más descabellados de la industria farmacéutica. No obstante, a pesar de los programas de cribado generalizado y agresivas campañas publicitarias destinadas a aumentar la sensibilización sobre las enfermedades mentales, un porcentaje significativo de la población permanece sin diagnosticar y sin tratar. Las estimaciones varían, pero la investigación sugiere que casi un tercio de los adultos estadounidenses nunca han sido diagnosticados de algún trastorno mental. Este segmento de la población debe ser objeto de intervención de modo que las ganancias de la industria farmacéutica pueden seguir aumentando a su ritmo actual.

Una manera de aumentar la prevalencia de una enfermedad consiste en ampliar sus criterios de diagnóstico. Al proporcionar a los médicos una lista muy larga de los signos y síntomas para evaluar (insomnio o dormir demasiado, falta de apetito o comer en exceso, llanto constante o la incapacidad de llorar, la apatía o la hostilidad, la fatiga o inquietud, y así sucesivamente), el número de posibles clientes/pacientes aumenta considerablemente. Sin embargo, una falla importante en esta estrategia es que se centra exclusivamente en los que se quejan de la enfermedad, mientras que obviando completamente a los que se sienten bien. En el presente artículo presentamos la hipótesis original de que los pacientes que se sienten bien también deben ser tratados como enfermos mentales.

¿Qué causa la depresión?
Los trastornos depresivos a menudo ocurren con la ansiedad y son una forma principal de discapacidad en los Estados Unidos. La depresión puede llegar en cualquier momento sin previo aviso. Los investigadores científicos han identificado cuatro causas principales de la depresión clínica:
1. El desequilibrio de neurotransmisores en el cerebro;
2. La desesperanza crónica generada por el trauma de la primera infancia;
3. Dándose cuenta de que nuestra vida es esencialmente absurda;
4. Catástrofe ecológica a nivel mundial de proporciones espantosos.

Otros factores que pueden desencadenar un episodio de depresión incluyen:
* Tener demasiado o no lo suficiente de algo;
* Quedarse atrapado en una situación absolutamente desesperada sin forma de escapar;
* Remordimiento, vergüenza, fracaso, decepción, dolor, pesar, sufrimiento o pérdida de cualquier tipo;
* La deficiencia de los ácidos grasos omega-3, debida a una dieta carente de coliflor;
* La infestación de plagas del hogar, tales como las hormigas, cucarachas, pulgas, etc.;
* Tuberías con fugas, desagües tapados, y otros problemas de plomería;
* Colapso económico global, la guerra termonuclear, la hambruna generalizada, el genocidio, etc.

Obviamente, cualquier persona que se siente deprimida está deprimida, pero ¿qué pasa con los que nunca se quejan de los sentimientos depresivos? Los más enfermos de nuestra sociedad son los mismos que mantienen una actitud alegre en medio de la devastación, el caos y la desesperación. Volviendo la atención al paciente que se siente bien a pesar de todo lo malo que sucede en el mundo, nos damos cuenta de algo seriamente mal con esa persona. Su condición se deriva de una cepa altamente virulenta de la depresión, que es muy difícil de detectar. Identificado por su nombre científico poena occultus (dolor escondido), la depresión asintomática es una enfermedad mental grave y persistente, que puede ser mucho más común de lo que se pensaba anteriormente. Para agravar la tragedia, en la mayoría de los casos los pacientes permanecen sin tratamiento, ya que son totalmente inconscientes de su enfermedad.

¿Cuáles son los signos y síntomas de la depresión?
Los signos y síntomas más frecuentes de la depresión clínica son fácilmente reconocidos:
* Los hombros caídos;
* El ceño fruncido;
* Incapacidad para concentrarse;
* Tendencia a ver el vaso medio vacío;
* No ha limpiado detrás del refrigerador en meses;
* Se preocupa por la proliferación nuclear, el aumento del déficit presupuestario,
el legado que estamos dejando a nuestros hijos, y otras cosas por el estilo.

Sólo un médico capacitado puede identificar correctamente los signos sutiles de la depresión asintomática:
* Las mejillas rosadas;
* Los ojos brillantes;
* El rostro sonriente;
* Optimista sobre el futuro a pesar de todas las pruebas en contrario;
* Siempre ve el vaso medio lleno;
* Dice que no le importa que el vaso contiene bacterias letales y los productos químicos tóxicos.
¿Sufren de la depresion?

El rostro alegre del paciente es un signo de la depresión asintomática.
Utilización de un mecanismo fotográfico muy sofisticado (Cámara Polaroid)
para la detección del desequilibrio-axiomático bioquímico dentro del cerebro.
El paciente a la derecha muestra signos clásicos de la depresión asintomática.

Evaluación, Diágnostico y Tratamiento
Las preocupaciones sobre el subdiagnóstico y el subtratamiento de la depresión han dado lugar a un amplio apoyo para el cribado rutinario de la depresión. Hay numerosos cuestionarios que se utilizan como instrumentos de detección de posibles casos de depresión. Arroll et al (2003) ha probado la utilidad de un cuestionario corto que consta de dos preguntas:

1. ¿En el mes pasado, se ha sentido frecuentemente triste, deprimido o sin esperanza?
2. ¿En el mes pasado, se ha sentido frecuentemente preocupado por su poco interés o placer para hacer cosas?

Un cuestionario breve y sencillo puede ser efectivo en la identificación de la depresión, pero la proporcion muy alta de falsos negativos podría poner en duda la validez de los resultados. La detección precisa de las enfermedades invisibles como la depresión asintomática se requiere el uso de un instrumento diagnóstico mucho más sofisticado que un test de dos preguntas. Es sumamente importante realizar una evaluación completa del paciente, haciéndole la siguiente pregunta:

1. ¿Se siente usted deprimido?

Un cuestionario que consta de una sola pregunta puede simplificar la detección de la depresión, para facilitar tanto el diagnóstico como el tratamiento del paciente. Si el paciente responde afirmativamente a la interrogación, el doctor puede diagnosticar la depresión clínica y comenzar el tratamiento apropriado. Si el paciente responde negativamente, el médico puede diagnosticar la depresión asintomática y comenzar el tratamiento apropriado. En cualquier caso, no importa si el paciente responde Sí o No, los protocolos médicos exigen el tratamiento farmacológico inmediato, ya sea con un inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina (ISRS), como la fluoxetina, o con un inhibidor de la recaptación de serotonina y noradrenalina (IRSN), como la duloxetina.

Los antidepresivos ISRS y IRSN son igualmente eficaces para todos los tipos de depresión: mayor; leve; moderada; severa; grave; clínica; crónica; melancólica; resistente; recurrente; recidivante; neurótica; endógena; refractaria; reactiva; distímica; ciclotímica; atípica; ansiosa; mixta; enmascarada; otoñal; subumbral; subsindrómica; asintomática; y por último, pero no menos importante, la no-especificada (categoría residual reservada para pacientes con síntomas depresivos sobre los que hay una información inadecuada o contradictoria, o pacientes con signos y señales de depresión que no cumplen con los criterios diagnósticos necesarios para establecer el diagnóstico de un trastorno depresivo).

Aunque su mecanismo de acción preciso es desconocido, los antidepresivos parecen aliviar los síntomas depresivos a través de un efecto placebo activo. Debido a los frecuentes efectos secundarios, tales como el insomnio, el mareo, el nerviosismo, la irritabilidad, la debilidad, la impotencia y la incontinencia, los pacientes están convencidos de que el medicamento posee poderosas propiedades neurofisiológicas, que de alguna manera les ayuda a sentirse mejor.

En cuanto a la depresión asintomática, los antidepresivos tienen un efecto paradójico. El paciente se siente bien antes de tomar la medicina, pero luego empieza a sentirse deprimido, como consecuencia de las múltiples reacciones adversas, que van desde diarrea, boca seca, fatiga, vómitos y náuseas, hasta palpitaciones, convulsiones, alucinaciones, ansiedad, dolor de cabeza y temblores. Tipicamente, la angustia emocional se aumenta a medida que disminuye la salud física; una señal inconfundible de que el tratamiento está funcionando bien. Una vez que la depresión asintomática se cura por completo, el médico puede diagnosticar el trastorno depresivo mayor, y comenzar el tratamiento indicado para el paciente.


Referencias:

Arroll B, Khin N, Kerse N. Pesquisa de la Depresión en Atención Primaria con Dos Preguntas Orales. Estudio Transversal. British Medical Journal, Vol. 327, No. 7424 (15 Nov. 2003), pp. 1144-1146.

Ayd, FJ. Recognizing the Depressed Patient [reconocer al paciente depresivo]. New York, Grune & Stratton, 1961.

Bentall RP. A proposal to classify happiness as a psychiatric disorder [clasificar la felicidad como trastorno mental]. Journal of Medical Ethics, Vol. 18, No. 2 (June 1992), pp. 94-98.

Regents of the University of Michigan. Más que tristeza: uniendo la separación entre los síntomas emocionales y físicos de la depresión. Ann Arbor, MI, 2002.


Véase también: Entrevista con Guillermo Rendueles, psiquiatra y ensayista.


© 2010 Bonkers Institute for Nearly Genuine Research

miércoles, 17 de marzo de 2010

lalengua es tu padre

Hoy en el seminario "Introducción al método psicoanalítico", releyendo el libro del mismo nombre de Jacques Alain Miller, el gran Pepe Eiras nos ha regalado unas perlitas de su propia cosecha.

Procedo y reinterpreto las palabras de Pepe:

Para el psicoanálisis lacaniano, detrás de toda la trama del Edipo y de la tontería de nuestro padres esta la lengua. Jodidos y condenados estamos abocados a hablar, en un principio, de nuestros papas. El análisis es hablar de nuestra historia y de nuestros padres en un afán por resolver la lógica de nuestro propia inconsciencia. Después de este pasaje parlante, entrañable y soportable esta el lenguaje. Este no es tan soportable. Este cae como un jarro de agua fría sobre un animal humano que al principio sólo entiende de cosas que dan placer y otras que menos. El resultado somos los neuróticos.

Todos construimos la lengua porque ninguno hablamos la misma totalmente. Nos enamoramos y enganchamos de algunos que creemos que comparten signos de goce y significantes de nuestro deseo. Y desde ahí vamos tirando. Pero al final estamos siempre solos con la lengua. Lalangue que decía Lacan. El arbitario sistema de código por el que creemos construir una identidad. Esa especie de injerto de palabras sin sentido en la cabeza.

Esas cosas pasaron hoy.

lunes, 15 de marzo de 2010

Depresion asintomática

Unos tipos muy majos y con una sorna espectacular han hecho un comment de una entrada antigua. Como no responden a mis mails, voy a poner el enlace.

http://www.bonkersinstitute.org/asintomatica.html

Tienen muchos más artículos como este sobre enfermedades inexistentes y estudios demenciales. No duden en visitar esta la página

domingo, 14 de marzo de 2010

Si no lo berrios no lo crero.

Chus Gomez me manda un mail con este artículo del Dr Berrios. En el, el Dr Berrios pasea dialécticamente con la gracilidad de una apisonadora por este concepto de la medicina basada en la evidencia. Al final no queda ni la e de evidencia. Berrios es un hombre muy poco sospechoso de confraternizar con el psicoanálisis o con otras teorías psicologicistas. Pero no duda un momento a la hora de afirmar la ignorancia de la psiquiatria y la atrocidad epistémica que suponen los actuales métodos de ensayo clínico.

Ahí va.

SOBRE LA MEDICINA BASADA EN LA EVIDENCIA
Profesor German E Berrios
Universidad de Cambridge, UK

Me gustaría agradecer a psicoevidencias la posibilidad de escribir esta editorial. ‘La medicina basada en la evidencia’ (MBE) es un área en la que he trabajado durante años. La MBE aunque de buena voluntad y aparentemente de forma inocente se ha convertido en una trampa destructora de confianza y precisa una crítica seria antes de ser adoptada por los países en desarrollo. El daño causado por la MBE a la práctica de la psiquiatría en un mundo en desarrollo podría ser irreparable.

Desde que la MBE entró en escena, su propio concepto ha sido objeto de análisis. Aunque adoptada sin reservas por aquellos que creen que para ser científica , y por lo tanto ética, la práctica clínica, debe gobernarse exclusivamente por guías clínicas; desde las perspectivas etimológica y semántica el estudio demuestra que el significante “evidencia” remite a un significado ambiguo, convirtiéndola en una moda confusa y confundente.

Esta crítica es útil pero no suficiente. El talón de Aquiles de la MBE es más profundo y ubicuo, ligado al concepto de ciencia como tráfico de información y asociado con la subcultura del comercio que ha sido su motor desde el principio. No es sólo que la MEB afecte negativamente la calidad de la relación clínico-paciente sino que la reduce a una táctica neocapitalista para hacer negocios.
Las raíces del problema
Existe poca ‘evidencia’ disponible que demuestre que la medicina regida por los principios de la evidencia tenga ventajas estadísticamente significativas sobre el sistema previo al que pretende sustituir, aquel llamado basado en la experiencia médica, la autoridad, y el efecto placebo generado en el seno de la relación clínico- paciente. Después de todo, la “evidencia” solo se podría obtener con “un ensayo clínico” que comparase los dos sistemas y la mayoría de los estudiosos consideran que dicho ensayo sería prácticamente imposible de llevar a cabo. Nos enfrentamos con una situación paradójica en la que se les pide a los clínicos que acepten un cambio radical en la forma en que se desarrolla su labor, (ej. abandonar los sabios consejos de su propia experiencia y seguir los dictados de datos estadísticos impersonales). Por tanto las bases actuales de la “ evidencia” no son otras que lo que dicen los estadísticos, los teóricos, los gestores, las empresas (como el instituto Cochrane) y los inversores capitalistas, que son precisamente aquellos que dicen donde se pone el dinero.
La verdad sobre el término ‘evidencia’
Entre las críticas previas está el hecho de que los significados múltiples del término ‘evidencia’ convierten a la MEB en algo complejo de trabajar. Su estudio es como un paquete que es preciso desliar. En Inglés ‘evidencia’ posee dos significados centrales. El uso ‘ontológico’ (el más antiguo) remite a ‘Energeia’, uno de los términos griegos utilizados para referirse a ‘Verdad’ y ‘objetividad’. ‘Energeia’ hacía referencia a aquellas situaciones donde un objeto se presenta de forma plena y ostensible a la percepción del observador. Dada la metafísica de la percepción predominante en esa época, esto significaba un contacto ‘físico’ entre el objeto y la persona, constituyendo una evidencia primaria y no mediatizada de la existencia del objeto en cuestión.
El segundo significado en Inglés es epistemológico y se relaciona con las ‘razones para creer’ en algo. Es decir, lo que realmente constituye ‘tener bases para decir esto y esto…’, nunca ha sido parte de la ‘definición’ de evidencia. La razón es obvia: a través de la historia las causas han sido negociadas y han dependido de la moda epistemológica de la época. De modo que, en relación a su etimología no es tanto que el término “evidencia” sea confuso, sino que su correcta aplicación requiere un aparato epistemológico cuya especificación varía a lo largo de los años.
Esto es aplicable en algunos contextos (ej. un tribunal de justicia), donde el uso epistemológico se basa en un significado ontológico putativo (el hecho de que un testigo vea a `X´ realizando una acción puede llevarse al campo de la evidencia y creer que‘ X´ es un asesino’). En el caso de la MBE esto no se asume. Las ‘razones necesarias para creer que el tratamiento T funciona (uso epistemológico) no se basa en ninguna percepción objetiva (significado ontológico) sino en un juego de manos numérico. Por ejemplo, cuando se alcanza un nivel de significación estadística (digamos 5%) que se ha elegido de forma arbitraria, este hecho se convierte en un `objeto´ definido como real o verdadero.
El talón de Aquiles de la MEB
Para lidiar con estas dificultades es necesario tener suficiente información sobre la historia de la MEB. Comenzó en la década de 1920 cuando la vieja definición de `objetividad científica´ (basada en la corriente filosófica liderada por Bacon en el siglo XVII y por el positivismo de Comt en el sigo XIX) entró en crisis. Ambas corrientes se basaron en distintas formas de inductivismo y experimentalismo, e.j. las dos plantean que la naturaleza puede ser preguntada o incluso engañada para dar respuestas - Galileo, Newton, y el movimiento de la ilustración al completo apoyaron esta tendencia. Finalmente, en la década de 1840, John Stuart Mill concretó todos estos aspectos en un texto inductivista que enumeró las leyes de la lógica por las que podría obtenerse el conocimiento general a partir del estudio de una muestra. En realidad, lo que Mill hizo fue redefinir la forma en que la mente de cualquier experto (bien sea médico, fontanero, abogado o ingeniero) funciona para extraer ‘información general’ de su experiencia.
A finales del siglo XIX, todo lo que Mill desarrolló comenzó a ser atacado. Para la nueva filosofía de la ciencia (desarrollada por Frege, Russell, etc.) la idea de que el conocimiento pudiera basarse en la `experiencia´ personal (concepto psicológico) resultaba imposible, en su lugar proponía que la lógica y las matemáticas fueran los nuevos cimientos del conocimiento. Esto marcó el final del ‘psicologismo’ y el positivismo de Comt y condujo directamente al desarrollo del positivismo lógico del circulo de Viena, que sustentó la idea de que una conclusión solo es verdad cuando puede ser ‘verificada’, es decir el verdadero valor está en el conjunto de operaciones especificas que permiten realizar dicha verificación.
Pronto quedó claro que las ‘verificaciones operativas sistemáticas’ eran impracticables y obligó a introducir modificaciones para poder hacerlas factibles mediante definiciones más suaves de `verdad´,`prueba´ y `conocimiento’. Surgió una nueva oportunidad con el desarrollo de las técnicas estadísticas, la mayoría de las cuales fueron desarrolladas en Inglaterra por hombres como Fisher, Pearson, y Kendall. Lo que dio en llamarse ‘revolución probabilística’ describe la importación del pensamiento probabilístico a la biología y las ciencias sociales. El cambio vino apoyado por la crisis del paradigma newtoniano donde el tiempo y el espacio eran consideradas dimensiones fijas y objetivas. A partir de los trabajos de Einstein, Heisenberg y Gödel la definición de realidad necesitaba ser corregida o completada por la perspectiva del observador o por la información que no estaba contenida en dichas definiciones. Al final de este periodo la ‘objetividad’ y la ‘verdad’ habían sido redefinidas como ‘conceptos probabilísticos’ capturables mediante análisis estadístico y determinadas por un (arbitrario) nivel de `significancia´ estadística.
La probabilidad llega a la Psiquiatría
Las propuestas probabilísticas fueron rápidamente aceptadas por todos sin apreciar las importantes repercusiones epistemológicas y éticas que iba a tener este cambio en el Weltanschauung científico. Una consecuencia inmediata de este cambio fue que los derechos y deberes epistemológicos fundamentales (el sentido de la responsabilidad que todo ‘científico’ debe tener en relación con sus narrativas) fueron anulados. De alguna manera, el conocimiento ahora estaba determinado por mecanismos matemáticos impersonales, era neutro, y la ciencia se constituía como el único generador de conocimiento. La experiencia personal y la sabiduría, el noble concepto de de Sophia se obviaba por ser considerada como un fuente de sesgo y distorsión de la verdad.
Primero la probabilidad llegó a las ciencias naturales básicas, y posteriormente alcanzó a la medicina y a las disciplinas sociales y humanas tras la Segunda Guerra Mundial. La psiquiatría se resistió hasta la década de los 60 pero a través del caballo de Troya de los ensayos clínicos con fármacos se permitió la entrada del análisis estadístico. Recuerdo vividamente que este cambio sucedió mientras que yo era ayudante del Profesor Max Hamilton de la Universidad de Leeds, el hombre que introdujo la estadística médica en la psiquiatría. Inicialmente, dicho análisis fue solamente utilizado para los ensayos con fármacos y la mayoría de los psiquiatras eran lo suficientemente sensatos para creer que una vez los resultados del ensayo eran obtenidos, Sophia (sabiduría) y Empeiria (experiencia) tomaban el timón y el psiquiatra podía negociar libremente en la intimidad de la relación médico-paciente lo que era mejor para esa persona.
El nacimiento de la MEB
Pero como sucede siempre, ganó la codicia. Los grupos de investigación y las Instituciones que originalmente se habían creado para recopilar información sobre ensayos clínicos en cáncer creyeron que su actividad podía extenderse a todas las áreas de la medicina incluida la psiquiatría. Para hacer esto se necesitaba una nueva ‘justificación filosófica’. El Meta-análisis, una técnica estadística vieja y débil fue elegido como el mejor candidato para ser el `patrón ideal´ y toda su debilidad matemática y estadística fue minimizada al compararse con su maravillosa capacidad de síntesis. La palabra mágica ‘evidencia’ fue desempolvada e importada a la medicina con un desinterés escandaloso por su significado y su utilidad, y la medicina `basada en la evidencia ´ nació como una justificación conceptual post-hoc para el nuevo negocio de crear y vender información clínica.
No resulta sorprendente que la industria farmacéutica apoyara estas maniobras ya que pronto advirtieron que las drogas que pudieran `pasar´el examen del metanálisis adquirirían una nueva fuerza legal y ética, particularmente si los gobiernos eran persuadidos sobre la cuestión de las guías de prescripción. Vieron claramente que dichas guías en la práctica destruirían la espontaneidad terapéutica de la psiquiatría y cambiaría el antiguo arte de prescribir, que pasaría de ser creativo y flexible a mecánico y uniformado. Finalmente ni siquiera requeriría que los prescriptores psiquiátricos estuvieran médicamente cualificados.
Resumiendo
Para resumir, las tonterías de, y el daño causado por, la MBE no se derivan de las ambigüedades semánticas de la palabra en cuestión ni del hecho de que la corte de filósofos que la construyeron no observaran sus peculiaridades históricas. Su problema deriva de una perversión epistemológica mucho más profunda, resultante de la cosificación del hecho de prescribir y cuidar de las personas que sufren un trastorno mental. Esta identificación está estrechamente relacionada con las demandas de una economía neo-capitalista que precisa abrir nuevos mercados y crear nuevas necesidades consumistas.
Para empezar, es una perversión epistemológica que se proponga una visión donde la actividad médica resulte inapropiada y perjudicial. Este punto de vista se relaciona con el verificacionismo, ya pasado de moda, y que es un abordaje epistemológico abandonado incluso por la física, madre de las ciencias naturales básicas. Dado que no se sabe casi nada de las causas del trastorno mental, la idea de que es posible crear un sistema de evaluación basado en etiologías especulativas es ridículo, peligroso y carente de ética. A través de la historia todos los tratamientos propuestos en psiquiatría parecen funcionar según la ley de los tercios de Black, (un tercio se recupera, un tercio se recupera parcialmente y otro no se recupera, un buen porcentaje del 66% en tasa de recuperación – lo mismo que conseguimos hoy en día) y aún hoy sabemos poco de la naturaleza y del papel del efecto placebo en estos resultados. Sería irresponsable ocultar todas estas dudas detrás de los meta-análisis y las técnicas relacionadas que tienen escasa sensibilidad matemática para detectar detalles en los niveles más bajos (e.j. al nivel en el que la gente toma realmente las pastillas).
También es una parodia epistemológica que se pida a los psiquiatras que acepten la MEB sin más evidencia que el chantaje moral creado por aquellos que afirman que las matemáticas son la forma más elevada de ciencia y por lo tanto que lo que es `matemáticamente demostrable´ supera todo lo demás. Ningún defensor de la MBE ha explicado por qué nunca se ha diseñado un ensayo a gran escala para demostrar que prescribir y tomar decisiones basadas en la MEB es significativamente mejor que la toma de de decisiones basadas en el conocimiento y en la experiencia de los médicos.
Es una perversión moral que para cuantificar, determinar los costes y gobernar la prescripción (que debería considerarse como un componente menor en la relación entre médico paciente) la MEB necesite implantar una modificación completa de la esencia de dicha relación incluidas las profundas negociaciones emocionales y la escurridiza respuesta placebo que contiene elementos inter-subjetivos. En este contexto ‘reificar’ significa convertir las relaciones humanas en un objeto inanimado, o cosa, desinvistiendola de todo dinamismo, valor personal y significado. Una vez estas relaciones humanas son reificadas no pueden explicar el cambio por si mismas, y cualquier cambio que es medido por `estudios prospectivos´ tiene que ser atribuido al ingrediente `activo´ llámese fármaco en cuestión. Decir que los cambios están perfectamente manejados por el hecho de que los ensayos con fármacos están `controlados´ y son `doble ciego´etc, etc, no es suficiente ya que las interacciones entre factores dinámicos y el efecto de la sustancia química puede ocurrir a un nivel no consciente y permanecer más allá del alcance del diseño controlado.
Puede incluso asegurarse que la `reificación´no es el producto del mal hacer de unos pocos filósofos de moda. Desde los escritos clásicos de Marx y Lukács se sabe que dichos cambios vienen de la profundidad del corazón del sistema económico prevalente en el mundo occidental. Considerar la salud como otro artículo de consumo que puede venderse y comprarse es una parte del proceso. Se ha vendido de forma inteligente al público. Tenemos el derecho a elegir cuando y donde comprar salud con nuestro propio dinero, como testigo de esto está el debate actual en Estados Unidos al intentar crearse un sistema nacional de salud gratuito y mínimamente general. El lenguaje en el que los servicios de salud se venden actualmente imita el lenguaje de los supermercados. Ya no existen pacientes sino `compradores de salud´, los médicos `venden salud y por lo tanto igual que un par de zapatos los productos deben venir bajo estrictas regulaciones y ser perfectos.
La ilusión de tener un supermercado de la salud ha destruido para siempre la relación medico-paciente. Se ha convertido en un contrato de negocios sujeto a toda la parafernalia legal de una plaza de mercado y la prensa e Internet se han asegurado de que los `consumidores´ de salud conocen sus derechos para conseguir el estado de salud perfecto. Partiendo de que la clínica siempre será un arte imperfecto, paralelamente se ha desarrollado una industria defensiva para proteger a los doctores que venden productos defectuosos aumentando con ello el abultado gasto que genera la salud. La MBE medra en este contexto porque vende ‘evidencia’ para los abogados que trabajan tanto para los consumidores como para los vendedores de salud.
Y en medio de esta locura, donde todo el mundo quiere hacer negocio la vieja relación medico-paciente, y el paciente que sufre, han desaparecido para siempre. Eso es lo que realmente no está bien en la MEB.

lunes, 8 de marzo de 2010

Tambien teniendo en cuenta lo que comen...

ELPAIS.com 03.03.10
Cultura
MANUEL RODRÍGUEZ RIVERO

Bilis negra

MANUEL RODRÍGUEZ RIVERO

03/03/2010
 

Si usted sufre con o sin motivo (aparente), si no es feliz, si se siente frustrado o malquerido o culpable por algo que hizo o dijo (o que cree que pudo haber dicho o hecho), o porque la vida es injusta y no ha conseguido lo que de ella esperaba, si le entristece la pérdida o la traición de un ser querido, si experimenta cualquiera de esas sensaciones (o de otras semejantes), entonces es que está usted enfermo y precisa cura. Pero, tranquilícese: la farmacia está siempre ahí para ayudarle. Al fin y al cabo, su felicidad puede depender de un sencillo ajuste neuroquímico.
La depresión, mal de una época en la que nadie quiere sentirse responsable de nada y el dolor no se tolera (aunque se inflige a otros)

Treinta millones de estadounidenses a los que se les ha diagnosticado depresión en cualquiera de sus grados se gastan cada año más 10.000 millones de dólares en antidepresivos y ansiolíticos. La antigua bilis negra de los clásicos, la acedía medieval, la abstracta Melancolía a la que Durero puso rostro y decorado en inolvidable grabado, el spleen de caballeros y damas posrománticos, se ha transformado ahora en depresión, auténtico Weltschmerz -mal del mundo- de una época en la que nadie quiere sentirse responsable de nada, en la que el dolor no se tolera (aunque se inflige a otros) y el deseo y la pasión pueden ser interpretados como síntoma de insania.

Desde hace poco más de medio siglo, cuando su nombre comenzó a pronunciarse en las consultas de los médicos de cabecera, la depresión se ha convertido en un útil comodín ideológico. La medicalización de la tristeza -o de la felicidad, según el énfasis que se ponga- ha llegado a ser una de las más sustanciosas fuentes de beneficios de las empresas farmacéuticas. Manufacturing depression, un libro de Gary Greenberg (Simon & Schuster, en EE UU, y Bloomsbury, en Reino Unido), analiza la apabullante patologización de la depresión que ha tenido lugar en Occidente en el último medio siglo. Las medicinas puestas en circulación para combatirla han sido tan diversas -y contradictorias- como las anfetaminas de los años cuarenta y cincuenta, los ansiolíticos de los sesenta, los derivados de las benzodiacepinas de los setenta y ochenta (¿quién, con más de 40 años, no conoce el Valium?), o el hasta hace poco "definitivo" Prozac, cuya campaña de promoción ("la depresión no es sentirse bajo, es una enfermedad real con causas reales", decía uno de sus eslóganes) le costó a la firma Lilly 22 millones de dólares en los primeros meses de su comercialización (con tanto éxito que las revistas Time y Newsweek dedicaron sendas cubiertas al fármaco).

Bernard Marx y Lenina Crowne, igual que todos los demás ciudadanos de Un mundo feliz consumen habitualmente soma, una droga -"con todas las ventajas del cristianismo y del alcohol y ninguno de sus defectos"-, para mantener el buen ánimo. También para ellos la felicidad es un asunto de química: un gramo a tiempo y se puede afrontar lo que sea (incluso un fin de semana). Greenberg no critica en su polémico libro que se les administre antidepresivos a quienes los necesitan: no es lo mismo la terrible enfermedad tan magistralmente descrita por William Styron en su libro Esa visible oscuridad (La otra orilla) que el malestar -mezcla de aburrimiento y frustración personal-, que conduce a Emma Bovary al suicidio, o que la náusea metafísica y sartreana de Antoine Roquentin. En una época en la que arrecia la ofensiva contra las terapias de la palabra (y especialmente contra el psicoanálisis), Greenberg las reivindica (y no sólo la "profesional") como alternativa al muy rentable imperialismo de la farmacopea. Dejando claro también, frente a la mitificación ideológica de la "felicidad" como pretendido "estado natural" de los seres humanos, que el sufrimiento forma parte de la vida y es factor fundamental de crecimiento y transformación personal.

REPRODUCIDO POR LA PLATAFORMA INTERNACIONAL CONTRA LA MEDICALIZACIÓN DE LA INFANCIA

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plataformaicmi@comunicar.e.telefonica.net
Juan Pundik

Presidente

domingo, 7 de marzo de 2010

Antidepresivos Vs Placebo

Directamente desde la coordinadora No Gracias. Una nueva confirmacion de lo que ya sabiamos.

http://voices.washingtonpost.com/shortstack/2010/02/antidepressants_no_more_effect.html

http://www.nogracias.eu/v_portal/informacion/informacionver.asp?cod=6893&te=&idage=&vap=0&codrel=461

Y es que como dicen muchos: Yo Dr con esta pastilla pienso lo mismo pero me da igual.

jueves, 4 de marzo de 2010

Cosas que los psiquiatras siempre te dicen

Mire sr paciente esto es como lo diabetes. Usted va a tener que tomar esto de por vida.--------Mentira.

Mire sr paciente. Lo que pasa es que tiene usted una enfermedad en la dopamina.---------Ojala

Mire sr paciente. Usted no tiene nada que hacer con lo que le pasa. No tiene nada que ver con su vida. Usted se queda en casa como cuando tiene gripe.--------Yatrogenia

Mire sr paciente. El metilfenidato no son anfetaminas. En su nueva presentacion es otra cosa. (esta frase la digo con-certa mala hostia).--------Toxicomania.

Mire sr paciente. Cada episodio psicotico que padece usted pierde capacidad mental.-------Mentira.

Mire sr paciente. En las esquizofrenias es muy importante la vida previa del paciente. Si tiene familia, vinculos social, estudios, trabajo, todo suele ir mejor. Son factores pronostico positivos. --------Perogrullo. (Of course).

Mire sr paciente. Usted esta equivocado, eso que dice es mentira y esta pastilla le quitara esa certeza que tiene sobre lo que piensa.------Delirio (desde el lado de la bata blanca).

martes, 2 de marzo de 2010

cosas que los psiquiatras nunca te dicen

El otro dia un paciente me pregunto temeroso:

-Mire el dr x me receto esto y en la farmacia al final me dieron esto que es mas barato. El dr x se enfado y me insistio en que tenia que tomar lo que el habia dicho. Pero mire dr yo lo miro y lo remiro y me parece que es el mismo compuesto.

Me asomo a las prescripciones y si. El tipo tiene toda la razon. Intento vagamente desplazar la conversacion pero el hombre, insiste. Le digo que si. Que tiene razon. Ya curioso y vencido le pregunto:
-¿Que le dijo el otro dr para convencerle?
- Que el excipiente modificaba todo el efecto de la medicacion- Explica el hombre confirmado en sus hipotesis.
-Ya. Musito con el rostro desesperanzado.

Sin entrar en la cuestion del negocio. Este psiquiatra tiene mil documentos que acreditan su brillante formacion y tiene mil carnets de sociedades psiquiatricas. Pero, como se puede ser tan tonto como para pensar que todo el mundo es tan tonto como tu?

En fin.

PD estoy siendo atacado por el virus del doble acento por eso no hay acentos, disculpen las molestias.
Agradecere sugerencias.