miércoles, 29 de septiembre de 2010

El esquizofreno de mano


Richard era un preso.

Ingreso tras ingreso, delirio tras delirio, la vida poco a poco se aproximaba a ese martirio que años atras habia vislumbrado con certeza y sin colirio. Richard supo un no tan buen dia que estaba llamado a ser el elegido. No para las grandes citas ni los mayores brillos sino para concitar el alivio y la redención por los pecados obtusos y nimios. Fue ese día cuando haciendo el amor con la desabrida Maria vió en su cara lo perverso de una mirada que no era sólo para él ni para nada. Supo entonces que ella era mala y que él, para seguir en la vida con ganas  debería ser un nuevo Jesus, esta vez, de Guadarrama.
Asi que por esto, a Richard no le resultaban extrañas las continuas torturas farmacológicas y los extremos abusos sin lógica con los que la sociedad a la que él expiaba le sometía y le malatrataba. Formaba parte del plan infinito de redención hasta el ultimo grito. Además cuanto más se medicaba menos pensaba y más aferrado se quedaba a esta baliza que era esa frase fija de que él era el elegido y los demás sonidos.

Y así pasó por los circuitos de la incomprensión. Agudos, estables, deleznables y rehabilitación. Se dejó masajear por los discursos de la rectificación, la cognición y el sistema de que así si así no y quizás, si cabe, en do mayor. Hizo tests, pruebas de aptitud, pruebas de actitud y probó tambien a ser igual que tú. Eso si, todo estoicamente bajo la premisa de ser el elegido y de que para él siempre lo servido por lo comido.

Hasta que se encontró, otro no tan buen dia, con un psiquiatra maleante. Y le rasgó la paranoia por detrás y por delante. Le invitó a ser el elegido pero con mas tino y mejor destino. Y era curioso porque llevaba tantos años salvando a los que no creían en él que de repente el que creía en él no se quería salvar y no le torturaba ni le echaba la sal.

Richard quedó circunspecto y tampoco podía delirar mucho al respecto.

Así que no tuvo más remedio, más remiendo que parar el motor y, carcomiendo, furar el eje tractor de su dolor con el inhumano esquizofreno de mano.

El esquizofreno de mano es un dispositivo mundano, atávico y arcano que permite al loco parar un poco cuando las condiciones de vida se tornan tragedia y siroco.

Y Richard se deprimió. Y ser el elegido perdió todo su valor. Y pasó un rato. Y paso el dolor. Y empezo a delirar como el común de los mortales. Elegido a dedo por los que él, ahora, elegía para salvar de nuevo.

También escribía. Escribía para no olvidar la tortura de delirar de más. Y escribía poesía. Elegía poemas tristes como elegías para contar como delirar con alegría. Escribía Richard para poder ser el elegido. Esta vez con el sentido de haber consentido delirar a la vez que embragar y también lo hacía, por que no, para poder pasar de loco a ido que ha vuelto al surco que no al camino.

5 comentarios:

  1. Simplemente cojonudo... has puesto el listón bastante alto.

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  2. cuanto talento. esto pide ser publicado.

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  3. Cómo te mola esta (buena) mierda de ser peludo y turgente de la gente corriente a 220!!!

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  4. Ríete de la bruja avería... pero pa´ mi que has crecido con los electroduendes...

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