jueves, 2 de diciembre de 2010

De temores y fracasos

Hace años leí en no se cual revista psicoanalsita algo así que decía como "todos recordamos las tumbas de nuestro diván". No era un comentario sobre los suicidios sino más bien sobre los pacientes en los que el psicoanálisis fracasa. Más bien en los que el clínico sabe que ha fracasado en la dirección de la cura. Y es que estas cosas van pesando y a veces está bien cuestionarse algunas cosas. En psicoanálisis se practica mucho la supervisión de casos. Estas no sólo se realizan con tu analista, en el caso de que sigas viéndote con él, si no tambien con otros analistas que por lo que sea tienes alguna transferencia o hablando más llanamente buen rollo, amistad o que es colega de tu mujer o un amigo.

Durante la residencia en psiquiatría recuerdo también haber consultado casos con mis maestros y haber asistido a consultas con ellos. En algunas ocasiones estos momentos los recuerdo como algo realmente formador y vivificante.

El caso es que en salud mental, salvo con los residentes, esta figura ha desaparecido. A veces hay grupos de estudio o reuniones de grupo asistencial pero, insitiendo con algo recientemente expuesto, hay una lejanía, cada vez más palmaria entre la clínica diaria y ciertos cuestionamientos. Vayamos por partes. Por un lado están los que de entrada no creen en ninguna referencia a la impericia del clínico. Todo se trata en este caso de diagnosis de problemas bioquímicos. Bueno no sólo. Estos discuten entre ellos y se vilipendian  porque el pobre el fulanito no supo distinguir entre un bipolar tipo mixto 2 con patatas  y un esquizoafectivo de libro (concepto por cierto de los 90....ya me contarás de que libro). Por otro lado hay un montón de clínicos que cabalgan entre diferentes lecturas y formaciones y que conservan cierta inquietud por el saber, pero que, entre acertadas críticas y vehementes razonamientos, a la hora de los cuestionamientos (me incluyo el primero y a los lacanianos de sombrero) no somos capaces de pedir ayuda, de parar o de interrogarnos sobre que es lo que no funciona. A modo de viñeta, en nuestras profesión, el día a día esta plagado de: "este es imposible", "este es un hijoputa", "es un carencial", "con esa familia no haya nada que hacer" y no se trata de negar que hay situaciones que son del orden del imposible sino de ver en que parte nuestra visión está tapando el ángulo. Es algo que los lacanianos llaman el no-todo pero que mi abuela explica muy bien, diciendo "es que no se puede saber todo" o "dime de que presumes y te diré de que careces".

En fin creo, quizás ingenuamente, que la única forma de aprender esta imposible misión que nos hemos encomendado neuróticamente es escucharnos. No delante del espejo sino delante del  otro, y por supuesto, escuchar los dilemas de los otros porque muchas veces si que sabemos más de lo que  creemos.

PD Como dice Jesus la escritura nos cura pero no estaría de más hacer algo que nos moje.

9 comentarios:

  1. De niño me fascinaba mirar por aquel pequeño tubo en el que se distinguían formas geométricas de colores muy diversos, pero lo que más me atraía de ese objeto era que dichas formas y dichos colores podían cambiar simplemente con el movimiento de una pequeña rueda situada a lo largo del tubo y que al querer volver hacia atrás para observar de nuevo una de esas figuras resultaba que ya no era la misma que hace un instante, como si lo que había visto en realidad fuera como un fogonazo, como una diapósitiva junto antes de ser autodestruida. La materia de los sueños se me presenta como algo similar, algo cambiante, algo que muta a partir de nuestro movimiento, que no es otro que el movimiento de la vida.

    Seguro que muchos habéis jugado al escondite inglés o al un, dos, tres, pica-pared (como le llamamos en mi tierra). Más allá de la emoción que nos causará contar y girarnos cada vez más rápido, con el afán de pillar en movimiento a alguno de nuestros compañeros de juego y eliminarlo hasta la siguiente partida (el primer eliminado para), me quedo con esa imagen girarse para mirar y descubrir que todo ha cambiado, que la vida sigue su curso y que la partida aún no ha acabado.

    Lo difícil de hablar de la memoria se genera precisamente en su carácter caprichoso, pues no siempre nos brinda lo que precisamos. Es como una compañera a la que cada vez que miramos nos devuelve una mirad distinta. En la raíz de ese carácter residen como esporas, esperando el momento justo para brotar como hongos en medio del hummus, todas nuestras pulsiones, en otras palabras: nuestro inconsciente.

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  2. Hoy leía que nuestro inconsciente es como un pequeño monstruo que todos llevamos dentro y que se le considera un pequeño monstruo porque representa la mayoría de aspectos que todos reprimimos desde pequeños (hasta Rosseau fiel defensor del hombre natural acabó abogando por un hombre-ciudadano), desde que nos obligan (con sutil chantaje) a hablar para conseguir el objeto de nuestros deseos, ya sea agua, un lávabo o un abrazo. Lacán considera que el mayor trauma es aprender a hablar y lo considera un trauma no sólo por lo absurdo de tener que hablar para conseguir nuestros objetivos, sino porque después, poco después, nos damos cuenta que no conseguimos nuestros objetivos ni hablando, porque el lenguaje tiene mucho de relativo, (cada uno entiende el amor a su manera y tendría un significado o definición de amor sujeta a su forma particular de amar) y porque cada vez se nos exige más y cada vez nos exigimos más, nuestros deseos, la voracidad de nuestras pulsiones, al interactuar con la de los demás puede no tener fin. Ahí reside la importancia de unos buenos padres, que no sólo sepan educar, sino que además sepan (a su manera) amar al niño, como éste requiere.

    Qué hacer? Benditas paradojas, porque si la palabra es la raíz del problema, la misma palabra es la solución, la palabra liberada de los corses socioculturales, la palabra donde afloren dichas pulsiones, como ocurre durante los sueños, y uno pueda identificarlas para después pactar con ellas.

    Ni el más santo de los hombres se libra de un pensamiento oscuro, ni el más hijo de puta de los hombres deja de realizar alguna buena acción. El resto , la mayoría, todos nosotros que estamos en medio debemos comprender a aceptarnos como somos, porque en esa aceptación de como somos se esconde la paz interior, ya que dejamos de luchar contra nosotros mismos, algo que no te garantiza la felicidad (si es que existe), pero si un número inferior de heridas autoinflingidas, sin querer, pero queriendo.

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  3. joder cómo escribe la gente. hablas de los puntos ciegos y la contratransferencia, está claro que lo que permanece no resuelto al poner el espejo enfrente muestra una zona oscura. Aunque si estás dichoso viviendo y se han ido resituando cosas quizás el vaho restante se vaya aclarando por sí solo. sobre escritura y psicoanálisis está muy bien el prólogo del libro que escribió serge andrei cuando tuvo cáncer. saludos desde el Sur.

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  4. Estimado compañero:
    no sé si lo he leído en algún blog o en algunos folios pero los tres pilares del oficio de escuchar son: el conocimiento teórico, la supervisión de casos, y la terapia personal.
    O dicho de otra manera mas compleja y completa: un cuerpo filosofico teorico-pensado por alguien realmente inteligente y no basado en las propias reflexiones.
    La visión de otro sobre nuestras actuaciones para evitar la autoafirmación. (un medico que no ha perdido ningún paciente es un médico que no hace buen seguimiento de casos)
    El reconocimiento de las propias limitaciones, de que necesitamos ayuda, que asomarse al abismo hae que el abismo te entre en los ojos y además que la cabra tira al monte...
    Esta entrada, la anterior, (el blog este en general...) olé, olé y olé

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  5. lacan especial fice! como se llama el libro, tiene buena pinta lo que comentas.
    abrazos

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  6. que necesitamos ayuda, que asomarse al abismo hae que el abismo te entre en los ojos y además que la cabra tira al monte...

    que bueno miguel. el abismo y la cabra tira al monte. lo real y el goce asi en plan lacaniano pero mola mas tu definicion.....que bueno master

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  7. Gracias pero he de aclarar la autoría. Lo del abismo creo que es de este tío tan alegre: Nietzsche y lo de la cabra es de mi abuela, ya sabes, los "portadores de la sabiduría"

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  8. Me suena que, como dice Miguel, era de Nietzsche y salía citado en Watchmen, algo así como que el terror (¿lo real?) sería mirar al abismo y que el abismo te devolviera la mirada...

    Saludos.

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  9. Buenas. disculpen si este no es el post mas indicado para lo que voy a comentar,pero no puedo comunicarme con Jony por mail ( si tenés tu dirección , enviámela por favor). Hace unos días se sancionó una nueva ley de salud mental en Buenos Aires que ya trae bastantes conflictos ( ppalmente entre psicólogos y psiquiatras-aún mas de los que ya hay-) . Tiene puntos interesantes aunque necesitará de bastante tiempo para implementarla en la práctica ya que la ausencia de presupuesto, casas de medio camino preenión en salud mental o instituciones similares hacen imposible que se practique en lo inmediato.
    Muchos la acusan de " antipsiquiátrica" , mucha gente en contra y otros tantos a favor. Creo que , si llega a buen puerto, puede ser muy útil y un paso adelante en el tratamiento de trastornos mentales, mas humanísticos. Aunque también trae conflictos de índole social ( familias que no pueden y/o no quieren hacerse cargo de pacientes psiquiátricos, entornos perjudiciales para algunos pacientes -ppalmente en adictos, psicóticos,etc). Les dejo un link http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1328181 que solo es un resumen escueto de la nueva ley de salud mental. Si les interesa puedo linkear la ley o algún resumen mas completo
    Saludos, lautaro brosseau marcet

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