jueves, 24 de noviembre de 2011

Trastorno capitalista de la personalidad




Trastorno capitalista de la personalidad.




Criterios para el diagnostico  de F66.6 Trastorno capitalista de la personalidad [501.x]



  1. Un patrón general de necesidad de consumo, narcisismo y pobre tolerancia a la frustración  que se aparta acusadamente de las expectativas culturales del ser humano y de las posibilidades del planeta. Se presenta desde la infancia como lo indican tres (o más) de los siguientes items.

(1)   Adquisición compulsiva de gadgets y objetos inútiles o de la misma utilidad y uso aunque diferente apariencia.
(2)   Tendencia a la sobrestimación de si mismo y de sus necesidades como individuo.
(3)   Autoerotismo marcado y excesivo cuidado corporal.
(4)   Gusto por cosas brillantes y caras.
(5)   Facilidad para los estados hipnóticos publicitarios.
(6)   Tendencia al aislamiento, independencia pero “de buen rollo que yo tengo mucho colegas” sic.
(7)   Relaciones frágiles y superficiales
(8)   Abuso de sustancias (“pero controlando” sic)
(9)   Anhedonia puntual al abandonar algun consumo o un centro comercial.
(10)Vivencias de deseperanza y angustia vital poscoital. Pueden acompañarse de rumiaciones obsesivas y pensamientos intrusos (como que hago yo aqui con tres señoras y un travelo).
(11). Creencia delirante en el propio buen gusto.
(12). Creencia delirante en que todo se puede comprar con dinero.


  1. El sujeto tiene entre 9 y 99 años.

  1. No cumple criterios para trastorno normal de la personalidad ni trastorno narcisista de la personalidad.

  1. Nula o pobre conciencia de enfermedad. Esto suele ser refrendado con frases del tipo “ esto es lo que hay o es lo que hace la gente”.

  1. El trastorno no ocurre en el seno de un episodio maníaco, una festividad popular, un madrid barsa o un saliente de guardia.



Sintomas y trastornos asociados.

Carcaterísticas descriptivas y trastornos mentales asociados.

Entre las características comúnmente asociadas al trastorno capitalista de personalidad cabe citar la apatía, la abulia y el rechazo a los compromisos éticos. Se aprecia a menudo conjuntamente una necesidad de autoafirmarse, una alta autoestima y sentimientos de superioridad. A veces presentan síntomas de ansiedad asociada a la exposición de objetos de consumo inalcanzables. No son infrecuentes en trastornos graves las pesadillas con cracks financieros y con situaciones de pobreza y minusvalía. Son eventuales pero de gravedad la aparición de dismorfofobia y rechazo del propio cuerpo. De hecho se estima que gran parte de las consultas de cirugía plástica van aparejadas de este trastorno. Las personas que padecen el trastorno capitalista de la personalidad acostumbran a disponer de un escaso apoyo social y familiar aunque les gusta aparentar que si lo tienen. Además tienen menos probabilidades de tener una relación de pareja duradera. Es muy común a este respecto que mantengan relaciones con personas con el mismo trastorno o con trastornos asociados.

Entre los trastornos asociados están el retraso mental,  el trastorno de control de impulsos, el trastorno obsesivo-compulsivo, el trastorno de personalidad por normalidad y el trastorno antisocial de la personalidad. Pueden concurrir en el trastorno eventuales crisis de ansiedad ante la perdida o la separación objetal. No es inhabitual, por supuesto, la comorbolidad con el trastorno por abuso de sustancias, espècialmente psicoestimulantes.

Por último se ha visto que con frecuencia el trastorno capitalista de personalidad va  asociado a múltiples y variadas parafilias y perversiones. Desde el clásico fetichismo de tacones de aguja con insultos hasta formas variadas de perversión como el polirrollo de sabado noche, la mamada en el baño de la discoteca o incluso el desarrollo de una heptasexualidad (hombres, mujeres, niños, animales, vegetales, minerales y teletubbies)

Hallazgos de laboratorio.

Se han encontrado en laboratorio niveles altos de psicoestimulantes (cocaina, anfetaminas, cafeina y redbull).  No es inusual también la aparición de altos niveles de grasas saturadas (ganchitos, grefusitos, donuts y bollería fina),carbohidratos de dudosa procedencia y metabolitos del chocolate lo que ha hecho proponer la tesis no confirmada de que el trastorno de personalidad  capitalista sea en realidad una depresión enmascarada y ciertos alimentos, como el chocolate, una forma de autotratamiento.

Hallazgos de la exploración física y enfermedades médicas asociadas.

A la exploración física se objetiva a menudo una piel cuidada, tersa y suave gracias al uso de cosméticos. También son frecuentes los tattoos tribales sin ningun sentido o las figuras de dragones y otros seres mitológicos que el paciente no sabe explicar. En ocasiones se objetivan tics, manierismos y ecolalias fruto del consumo de psicoestimulantes y de anuncios publicitarios (no se sabe todavia en que proporción influye cada una de estas variables).

Sintomas dependientes de la cultura y el sexo.

En la mayoría de las culturales no occidentales este trastorno pasa desapercibido y tiene una prevalencia mínima. En estas regiones es tildado frecuentemente de actitud infantil, inmadurez o retraso mental. Es famosa, para definir este trastorno, la expresión esquimal de: “yihirimri  amantuba  matadyina” que viene a significar “este es gilipollas” o más adecuada, al hilo del consumo innecesario, la expresión: “manan bali yihi minitiri tanuba yidi” que significa “ este es mas tonto que poner un tienda de frigoríficos”.
Por otro lado  en los paises comunistas estos pacientes han sufrido una grave persecución que ha sido motivo de internamientos, represión y abandono social.
Algunos grupos culturales y étnicos  especialmente de zonas del Africa central y de islas del Pacífico mantienen que la gente que sufre este trastorno son “ gente graciosa y despistada a la que se le puede vender cualquier cosa” por lo que tienen mayor apoyo  social y son más respetados.

Respecto al sexo no se han objetivado grandes diferencias si bien si hay diferencias en ciertos patrones conductuales a la hora del consumo.

Prevalencia.

Se estima que el 60-80% de la población occidental padece este trastorno en diferentes amplitudes, exisitiendo un 10% de enfermos graves. Este 10% de enfermos graves suelen tener comorbilidad con el trastorno bancario de la personalidad o el trastorno político de la personalidad.  Se ha observado además que esta prevalencia ha ido aumentando exponencialmente en los últimos 30 años, lo que apunta a la posibilidad de que la causa sea  algún tipo de expresión genética modificada por el ambiente o, quizás,  la progresiva implantación de algún tipo de enfermedad degenerativa de larga duración provocada por virus o priones. No son pocas las voces que hablan de la actuación de algún neurotóxico producto del desarrollo industrial.

Curso.

El desarrollo de este trastorno es lento e insidioso y se presenta desde la infancia. Durante esta etapa pasa habitualmente desparecibido y es considerado por la familia, como caprichos, rabietas o manías. No es hasta la adolescencia cuando el trastorno eclosiona virulentamente y no es infrecuente en esta etapa observar  crisis clásticas ante la negativa a las demandas objetales, episodios de hiperconsumo descontrolado o alteraciones de la imagen corporal. Con los años los pacientes aprenden a disimular los síntomas siendo muy usual el enmascaramiento y la dilución de estos en el entorno social.

Pronóstico.

El pronóstico de este trastorno es como el de  todas las enfermedades que no lo son. El trastorno de personalidad capitalista sigue la ley de los tercios de Crow. Un tercio evoluciona favorablemente, un tercio regular y un tercio francamente mal.

Patrón familiar.

Se ha encontrado una mayor prevalencia del trastorno de personalidad capitalista en los hijos de pacientes diagnosticados de este trastorno si bien en estudios con gemelos monocigoticos la correlación que se ha podido establecer solo ha sido del 50% lo cual abre la puerta a otras variables de índole cultural y ambiental.

Tratamiento.

Aunque con inicios prometedores el tratamiento con antidepresivos, anticomiciales y ansiolíticos ha resultado yatrogénics al ser estos tratamientos incluidos rápidamente por el paciente como un objeto más de consumo. Resultado de esto es la existencia en la actualidad de un subtipo de pacientes con trastorno consumista de la personalidad diagnosticados de sindrome ansioso-depresivo, fobia social y fibromialgia que ante la ignorancia de su trastorno por parte de los prescriptores y su pobre conciencia de enfermedad caen en estos diagnosticos para poder consumir psicofármacos.

Por otro lado el tratamiento con antipsicóticos tiene una gran tasa de abandonos por parte de los pacientes dado la merma que supone en su imagen corporal y las dificultades que producen para consumir otras cosas. De todas formas se estan haciendo ensayos a doble ciego en pacientes ingresados involuntariamente con resultados prometedores donde se comienza a observar un apaciguamiento de los síntomas. Hay que decir sin embargo que el tratamiento con antipsicóticos, aunque disminuye la sintomatología del trastorno capitalista de la personalidad, ha evidenciado un marcado aumento en síntomas compatibles con el trastorno de personalidad por normalidad. Esta cuestión junto con la comorbilidad antes detallada hablan a favor de la hipótesis de que se trate de una sola enfermedad con diferente expresión en los receptores de dopamina. Algunos hablan entonces de el trastorno capitalista de la personalidad por normalidad o el sindrome de la persona capitalista normalizada.

Finalmente, añadir que al margen de los psicofármacos si se ha estado investigando con diferentes psicoterapias.

Desde el enfoque cognitivo conductual se han utilizado técnicas asertivas y directivas basadas en la  detención del pensamiento con buenos resultados. A veces como efecto secundario se han presentado casos de detención del pensamiento que han durado meses y años incluyendo los periodos de elecciones legislativas y otras decisiones de interés lo que ha provocado grandes críticas de los comité de ética.  

Desde el psicoanálisis se ha insistido en la llamada clínica de la transferencia si bien han modificado el setting. El diván se ha sustituido por un cajero automático y la relación de transferencia que se establece con los pacientes es más bien de transferencia bancaria. Como otros métodos ha presentado buenos resultados si bien también ha provocado la cronificación de cierto síntomas y a veces la apaprición de nuevos consumos de tipo intelectual con todo lo que conlleva eso de agravamiento del cuadro.

Por último añadir que ha sido desde le paradigma bio-psico-social donde se ha dado la respuesta más palmaria a este trastorno con la aparición de asociaciones de afectados y familiares que han encabezado tratamientos pioneros con un abordaje mulitisistémico entre las que podemos citar las ya conocidas Coordinadora 15-M, Occupy Wall Street, Attac, CNT, CGT entre otras.



Bibliografia.

MORGADE ARTURO, “Heptasexuality, why not?”  Ed. Analgrama 2002

VELASCO RAUL, “ ¿Y que pasa si no tengo personalidad?, de Relatos escritofrénicos. Ed Lanzarooths 2010.

A MCMARDIGHAM, A MCCULLINGHAM et al, “Personality disorder vs disordered personality, whats up man” Archive of psychiatry  2009 (Annuary)

JESUS CASTRO, “Iros todos a la mierda y otras técnicas de terapia”. Ed Lanzarooths 2010.

JOAQUIN REYES, “Que si quiero, que si tengo·. Obra de teatro.  Adaptacion de: Del tener al ser de Ercih Fromm. Ed. Muchachada 2009

PACO FERRANDEZ,  “Tampoco no” Ed Agora Mismo. 2011.

DEXTER SINESTER, “ Capitalism and others movies”. Ed. Cinema Today. 2010.

LOPEZ IBOR, DSM-IV Manual diagnóstico y estadistico de los trastornos mentales. Ed Masson S.A. 1995.

J.L CUERDA, “Amanece que no es poco, el libro”. Ed Alfaguarra. 2011


sábado, 12 de noviembre de 2011

Cuerpo escrito, cuerpo hablado.

La relectura de la inolvidable novela de ciencia ficción “Sueñan los androides con ovejas eléctricas”, obra inspiradora de la no menos legendaria película Bladerunner nos pone sobre la pista de un tipo de escritura en el cuerpo no ya tan ciencia ficción. No es otra que la escritura del código genético. La composición de nuestro ADN ha pasado de ser obra del misterio de Dios a ser un mensaje escrito en el cuerpo. Un mensaje que puede ser descifrado. Nuestros cuerpos hablan ahora pero no nuestro idioma. Hasta ahora el cuerpo hablaba un lenguaje que no dejaba más rastro que unos ojos azules o un tipo de pelo. Poco más podíamos saber de nuestro cuerpo nosotros ignorantes del código.
Pero nuestro cuerpos en estos tiempos empiezan a balbucear nuestro destino. Nos avisan, en una lengua de cuatro letras A, G, U y T, del palidecer temprano de nuestra piel o del marchitar prematuro de nuestro corazón. También nos cuentan cuándo perderemos la cabeza y si necesitaremos recambios, prótesis o algún tratamiento especial. En este sentido, la ciencia se postula como el oráculo donde verteremos un mensaje que es nuestro cuerpo pero que desconocemos absolutamente. El resultado del desciframiento es todo un compendio de peligros y terrores que alimenta la fantasía de control sobre nuestro destino. Eso a veces provoca ciertos desmanes. Algunos como replicantes arrasarán con todo lo que la vida tiene de levedad para ir en busca del científico que les dará un pequeño suspiro más y ante su negativa o su incapacidad le arrancarán los ojos. Y, en el trayecto, se les habrá olvidado parar un momento para escuchar el ronroneo de esta cruda levedad de la vida. Real inoperable sobre el que ningún mensaje en código y ninguna profilaxis puede aplicar ninguna fuerza. Y en el lecho de muerte, con sus cuerpos customizados y tuneados se verán inundados por miles de recuerdos de una vida marcada por salvar la vida. Una vida sin muerte que pasó moribunda por el tiempo. Y como todos sus recuerdos también como lágrimas en la lluvia se irán.




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