martes, 5 de mayo de 2020

Ensayo sobre la significancia




Se habla con bastante naturalidad de las cosas que tienen sentido y las que no. Quizás damos por sentado el sentido y quizás deberíamos quedarnos con la acepción de sentido en su sentido de vivido, percibido, acusado. Fue Lacan quién con la lingüistería propuso otro lugar para el significado, un significado a la deriva de un sujeto que está insertado en ese común apalabrado que es el lenguaje humano. Parece que la teoría lingüística más formal ha dedicado todos sus esfuerzos a delimitar el campo del sentido sin sujeto es decir, como si hablasen los yoes en forma de parapetos. Esta casa es marrón y me gusta jugar al ping pong. Obviando cualquier indicador del deseo, la pulsión y la intención del hablante operador. Buscan el sentido en la sintaxis, en la morfología, en los shiffters en un rincón escondido del gigante multivariable que es hablar y ser entendido. Cuando a veces el sentido es un guiño discursivo o un tren ambigüo que va para Cracovia o ya vino. Explicaremos eso algo mejor aunque la comprensión sea un error. Decía Lacan que todos recibimos nuestro propio mensaje invertido, es decir que el sentido es siempre un sentido en diferido. Está el sentido del yo, de la comunidad de hablantes que comparten disparates como los medios de producción y las revistas del corazón. Luego está el sentido del sentimiento, el hablar buscando repetir e iterar los tapones que han de obturar nuestra falta de sentido particular. Es decir que al hablar uno no solo dice un mensaje sino que se posiciona en un lugar, se cuenta a si mismo quien es, como es la verdad, la muerte, la realidad, que esperamos y el futuro que nos deparará. Por eso la compresión es una suerte de crucifixión, un mito fraudulento para quedarnos contentos. El sentido cotidiano de a que precio está en el mercado o de cuando llega el autobús urbano. Pero por debajo como un escarabajo se abre una hiancia de sinsentido que arrasa con las grandes preguntas del ser vivo. Quien soy y cual es mi destino son preguntas abocadas a la perdida de referencia y al desatino. Por eso hablamos y hablamos para encontrarnos y sobretodo para saber que hacer con ese magma del lenguaje que nos vio nacer. Esas palabras primeras sinsentido, esa lalengua hecha de destellos, músicas y ruidos. Por eso para hablar del sentido quizás al final solo hay resonancia, ripios, rimas y petulancias. No porque den más sentido sino porque nos pacifican con su sonido. Es finalmente la significancia la explosión de la poesía en toda su gracia. Por eso mejor no comprender y dejar que la poesía fluya para entender no ser.