sábado, 28 de abril de 2018

COSAS QUE TU PSIQUIATRA NUNCA TE DIJO. EL LIBRO

Años de cierta desidia y ausencia blogera se ven ahora justificados. Escrito a dos manos por Javier Carreño y Kepa Matilla este libro es el fruto de la sedimentación y argumentación meditada de muchos de los posts que se fueron deslizando por aquí durante años. También evidentemente de las sinergias que se crearon en este particular mundo-blog con compañeros y amigos como Postpsiquiatría, Radio Nikosia, Antonio Olives y tantos otros.
Esperemos que sea del gusto de todos y por qué no de algún disgusto de otros.


sábado, 14 de abril de 2018

Psicoanalistas ordinarios

Qué interés puede tener un psicoanalista en diagnosticar cualquier rareza como psicosis. Ésta es una deriva actual. Bueno, en realidad es algo que se lleva haciendo desde los años 50 del siglo XX, por poner una fecha.
Estamos al corriente de los cambios sociales ocurridos durante el pasado siglo. Estos cambios influyeron, de alguna manera, en la subjetividad de la época. Así surgen los sujetos llamados narcisistas y los borderline por doquier. Es decir, ésta es la manera que tienen los psicoanalistas de llamar a los sujetos modernos tras la Segunda Guerra Mundial. Quién puede pensar que el tipo pasado de drogas de los años sesenta en Woodstock se pueda parecer al alto funcionario de la Viena de finales del siglo XIX.
Los tiempos cambian Sr. psicoanalista ordinario y usted tilda de psicótico aquello que no se adecua a sus esquemas clásicos de las neurosis. ¿Cuántos ingresos por crisis maniacas provocadas únicamente por antidepresivos conocía Freud? ¿Usted llama a eso psicosis? Entonces usted no conoce el mundo moderno, es usted un ordinario. O ¿cuántos sujetos palidecen en pesudomelancolías medicamentosas? Es más ¿cuántos sujetos son simplemnete subyugados por impenitentes horarios de trabajo sin cobijo sindical? Muchos de elllos se refugian en tatuajes, consumos bizarros y escentricidades bañadas de psicoestimulantes y psicodislépticos.
Los signos discretos, se lo digo, los detalles... ¡eso es el demonio! Efectivamente, usted sostiene que los locos antes del desencadenamiento presentan signos mínimos. Bien, pero sí usted lee en la historia de la clínica los casos de psicosis discretas entonces se dará cuenta que lo que llaman discreto, en realidad, estaban completamente enajenados. Lea usted a Sérieux y Capgras, por poner un ejemplo. Esos casos de discretos no tienen nada.Hay más distancia entre la psicosis ordinaria y la psicosis de toda la vida, que entre la psicosis ordinaria y la neurosis. ¿Por qué poner la frontera tan baja?
Es como con la diabetes. El ejemplo de enfermedad por excelencia. ¿Por qué? Pues porque depende de la cantidad de azúcar medible en sangre. Bueno, pues este nivel, está frontera entre lo que es diabetes y lo que no, ha ido variando con el tiempo. Esta variación ha obedecido a intereses farmacéuticos, entre otros.
Qué interés tiene usted, psicoanalista ordinario en llamar psicosis a los sujetos modernos. No se me ocurre otra cosa que el poner una distancia con sus pacientes, quizás también poner distancia con la realidad tan obsecna para con la teoría clásica. En definitiva la solución parece que es alejarlos. Tratarlos como diferentes. ¿No es la psicosis ordinaria una etiqueta para la segregación? ¿No parece a todas luces un llamado más del discurso de la homogenización de lo insoportable? Es más, en el otro lado de la balanza, se podría decir que la psiquiatría más ordinaria juega también a este maniqueo juego. Ese DSM V del que usted despotrica se pasea también por lo dimensional y habla ufano de "riesgo de psicosis" y utiliza en el colmo de la desgracias los mismos argumentos "discretos". Ambos, psiquiatra y psicoanalista ordinarios, meriendan los mismos bocadillos de nada.  Engordan sus textos con la ignorancia sobre la psicopatología clásica y además le añaden la salsa del absoluto desconocimennto de los efectos que produce el guiso de neoliberalismo que por otro lado tan lleno está de nada. Son por lo tanto psiquiatras y psicoanalsitas ordinarios productos de su tiempo, si bien del psicoanálisis algunos esperamos que sea capaz de trascender su tiempo como ya hiceron los maestros.

           Walter Michigan
           14 de abril de 2018

martes, 3 de abril de 2018

Psicopatología de la España cotidiana

Axel García Martínez nos mande este fino análisis sobre el pasado reciente del síntoma España.






No hay Moranco bueno
Quizás deberíamos ir echando la reja. Cerrar todo esto. Asumir nuestro fracaso y mandarlo todo a la mierda. Poner el cartel de “se vende”. Anunciarlo en internet. Vender boli Bic y regalar un país. Por país me refiero a España, no al periódico otrora (qué buena expresión otrora, y se está perdiendo) conocido como “ABC”. Esto ya no se puede remontar. Reconozco que fui uno de esos ilusos que pensó que se podía. Me creí al PP cuando decían aquello de “en la buena dirección”. Estábamos llegando al punto necesario. El de la autodestrucción. Es muy simple, para construir algo antes tienes que destruir lo anteriormente construido. Volver a convertirlo en un solar y ellos lo estaban haciendo. Cada vez que les veía robando con sus pulseritas con la bandera de España algo se removía en mis adentros. Decía “ahí va un patriota”. Alguien que por fin ha entendido de qué va esto. No robaban para lucrarse, lo hacían por España. Qué cojones, ESPAÑA. En mayúsculas y negrita. Que se note que en nuestro imperio no se ponía el sol. Me dolían las manos de aplaudir cada martillazo en un disco duro. Cada tarjeta black. Cada volquete de putas. Y lo tuvimos en la yema de los dedos. Casi un año sin gobierno, la oportunidad perfecta. Sin nadie que nos dijese lo que teníamos que hacer. Era el momento de construir, de rehacer España (perdón, ESPAÑA). Y, de repente, al igual que Carrero Blanco, nuestra oportunidad de oro se nos fue volando. Venezuela. Recuperación económica. Ciudadanos. Farlopa. Falangipsters. Susana Díaz. Susana Griso asustando a viejas. Un día nos acostamos pensando que Pdro Snchz era un mediocre de derechas y al día siguiente era nuestro puto Madiba. Cómo nos la jugaron. Nos pusieron el caramelito en la boca y nos lo quitaron en el último suspiro.
Sé que todo esto de cerrar el chiringuito puede sonar a locura, pero hacedme caso, es la salida más digna. Es una ocasión de acabar con esta farsa. De acabar un poco en alto. Vender un país lleva un tiempo y eso nos da un margen. Podemos aprovechar para hacer una gran gira de despedida por toda Europa: “ESPAÑA, gira tributo”. Con actuaciones musicales de Ramoncín, Alaska, Loquillo, Marta Sánchez, Nacho Cano (si es que sigue vivo, la verdad es que no tengo ni idea), Sonia y Selena, Javián de OT1, David Civera, monólogos de Felisuco, los Morancos, el rubio de Cruz y Raya, y acabar con un apoteósico speech de M. Rajoy mientras tira whisky al público en homenaje a Rita Barberá. De la coca se ya encargaría Albert. Sería lo mejor que les enviaríamos a nuestros vecinos europeos desde la gripe española del siglo XIX. Para lo que nos queda en el convento, cagarnos dentro.
Pero no solo tendríamos la posibilidad de despedirnos hacia fuera, sino también hacia dentro. Entre compatriotas. Cambiar el significado de todos los símbolos. Que el puño en alto sea de fachas y el brazo estirado de izquierdas. Republicanos defendiendo la bandera del pollo y falangistas la tricolor. Follarnos las mentes a nosotros mismos. Organizar una gran fiesta de disfraces. Que los independentistas pasen a defender la unidad de ESPAÑA y los “unionistas” la independencia de Cataluña. Tampoco sería un gran cambio, solo serían unos fachas disfrazados de otro tipo de fachas. Si Puigdemont hubiese nacido en Torrejón de Ardoz estaría por ahí diciendo que referéndum sí, pero que voten todos los españoles (yo todavía sigo indignado porque no nos dejasen votar en el que hubo hace unos años en Escocia). Marta Sánchez cantando Els Segadors. Ahí, sin pedir perdón.
En definitiva, una enorme macrofiesta en homenaje a lo absurdo de nuestro país, a lo que hemos construido; a la herencia recibida. Algo lo suficientemente estúpido y carente de sentido, que quizás a base de disfraces consiguiese que unos cuantos se quitasen las caretas. Mostrar la estafa construida a base de etiquetas. Unas etiquetas que nos limitan y nos conducen hacia el pensamiento único, basado en la estúpida idea de “eres esto así que, tienes que significarte y apoyar todo lo que salga de esta manera de pensar”. O lo que es lo mismo, “deja de pensar, que ya lo hace tu etiqueta por ti”. Una retirada a tiempo, puede ser una victoria.