jueves, 25 de marzo de 2010

De los restos de Franco y otras mon"sergas"


Por todos es sabido que los regímenes totalitarios basan gran parte de su poder en una cultura del miedo y de la paranoia. Desde las escuchas y el terror del PCUS en el antiguo régimen soviético, a los asesinatos indiscriminados Mao en China, pasando por las visitas de la la SS nazi o los paseítos con la falange española. Pues bien, el miedo, el que dirán, la conspiración y el rumor totalitarista, no solo no está olvidada si no que, como retorno de lo reprimido, aparece en uno de los ejes de nuestra sociedad como es el sistema sanitario.

Todo el mundo estamos contentos con el sistema sanitario: es público y gratuito. No haremos aquí escarnio de las deficiencias en forma de listas de espera y estadísticas sesgadas. Digamos que por lo menos, ideológicamente, está bien. Pero últimamente si que se escucha cierta queja. Y tiene que ver con como funciona por dentro y como afecta esto al rendimiento. Porque si algo es un continuo problema es la capacidad de la derecha para, crónicamente, explicar que el sector privado es más rentable. Y es aquí donde entra la ley de sanidad. En España existe una ley laboral que obliga a las empresas, de alguna manera, a cumplir ciertas normas básicas en lo que es la contratación y el despido. El Estado, ahora las autonomías, pueden saltarse esa ley en lo concerniente a la sanidad. Y aquí nace el miedo.

Ustedes, ciudadanos de a pie, cuando van al hospital les atenderá seguramente un grupo de gente de los cuales la mayoría no tendrán su puesto de trabajo asegurado (aunque lleven 7 años de contratos varios), les atenderá un médico que ha firmado un contrato de guardia por un día. Seguramente verán a un chico joven de ojos pizpiretos, que todavía cree en las veleidades del sistema hospitalario, acompañado de un hombre anciano alicaído que, al borde de los 60, sigue siendo un interino. Es decir, verán un MIR con su adjunto y este último mostrará en su faz el hecho de saber que tiene menor estabilidad laboral que su aprendiz. Y en medio de todo esto verán sindicatos, listas, cadenas de sustituciones y cadenas de favores. Y el miedo. No decir nunca no a otro contrato peor. No renegar nunca de una guardia mal pagada. Ni siquiera cagarte en tu jefe de servicio porque el tampoco tiene mucho que hacer. Eso sí, si algún día consigues un trabajo fijo, cogerás una baja legendaria y te abandonarás a una desidia contumaz y arpía para hacer pagar al sistema por los años de terror y desesperación.

Claro, el público ve simplemente dos tipos de profesionales: unos indolentes pero intocables, siempre en su sitio, y otros, como su médico habitual y su enfermera, cambiando cada 6 meses y compaginando varios trabajos. Pero todo bajo el espectro del miedo en medio de una ley laboral inédita y absurda. Como colofón los poderes nos apuntan que faltan profesionales. Mentira: faltan profesionales que aguanten la vela. Tenemos un pool de profesionales mareados para que haya competencia y se maten entre ellos.

La desgracia es que uno termina pensando que la derecha tiene razón cuando apunta a privatizar la sanidad. Y es que mal que nos pese estamos en un sistema capitalista, y la existencia de la carrera funcionarial y su correlato el miedo, no hacen más que matar la plusvalía, única cosa que puede hacer funcionar las estructuras en un sistema así. Esperemos que algún día, ya abotargado y hediondo, este sistema reviente y se construya algo que tenga que ver con la gente que lo forma y con su deseo.

5 comentarios:

  1. si, yo también espero que reviente, por eso cada vez que se habla de crisis veo una luz de esperanza para el cambio.

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  2. vaxel. la funadacion es como los libros de asimov. siempre hay un mulo

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