martes, 5 de mayo de 2020

Ensayo sobre la significancia




Se habla con bastante naturalidad de las cosas que tienen sentido y las que no. Quizás damos por sentado el sentido y quizás deberíamos quedarnos con la acepción de sentido en su sentido de vivido, percibido, acusado. Fue Lacan quién con la lingüistería propuso otro lugar para el significado, un significado a la deriva de un sujeto que está insertado en ese común apalabrado que es el lenguaje humano. Parece que la teoría lingüística más formal ha dedicado todos sus esfuerzos a delimitar el campo del sentido sin sujeto es decir, como si hablasen los yoes en forma de parapetos. Esta casa es marrón y me gusta jugar al ping pong. Obviando cualquier indicador del deseo, la pulsión y la intención del hablante operador. Buscan el sentido en la sintaxis, en la morfología, en los shiffters en un rincón escondido del gigante multivariable que es hablar y ser entendido. Cuando a veces el sentido es un guiño discursivo o un tren ambigüo que va para Cracovia o ya vino. Explicaremos eso algo mejor aunque la comprensión sea un error. Decía Lacan que todos recibimos nuestro propio mensaje invertido, es decir que el sentido es siempre un sentido en diferido. Está el sentido del yo, de la comunidad de hablantes que comparten disparates como los medios de producción y las revistas del corazón. Luego está el sentido del sentimiento, el hablar buscando repetir e iterar los tapones que han de obturar nuestra falta de sentido particular. Es decir que al hablar uno no solo dice un mensaje sino que se posiciona en un lugar, se cuenta a si mismo quien es, como es la verdad, la muerte, la realidad, que esperamos y el futuro que nos deparará. Por eso la compresión es una suerte de crucifixión, un mito fraudulento para quedarnos contentos. El sentido cotidiano de a que precio está en el mercado o de cuando llega el autobús urbano. Pero por debajo como un escarabajo se abre una hiancia de sinsentido que arrasa con las grandes preguntas del ser vivo. Quien soy y cual es mi destino son preguntas abocadas a la perdida de referencia y al desatino. Por eso hablamos y hablamos para encontrarnos y sobretodo para saber que hacer con ese magma del lenguaje que nos vio nacer. Esas palabras primeras sinsentido, esa lalengua hecha de destellos, músicas y ruidos. Por eso para hablar del sentido quizás al final solo hay resonancia, ripios, rimas y petulancias. No porque den más sentido sino porque nos pacifican con su sonido. Es finalmente la significancia la explosión de la poesía en toda su gracia. Por eso mejor no comprender y dejar que la poesía fluya para entender no ser.


viernes, 4 de enero de 2019

Vox es bueno


Decir que Vox es bueno suena raro, provocador y maniqueo. Vox evidentemente no es algo maravilloso. Su discurso habla de la apoptosis de una democracia cuestionada. De un sálvese quien pueda y de que el neoliberalismo no sabe quien eres y además no le importa. Vox es agua revuelta,  es ganancia de pescadores, es una brújula en tiempos de imanes, Trump y el corredor de la seda. Es quizás también una burbuja en el tiempo, un cualquier tiempo pasado fue lo mismo o que no hay rival pequeño y que todo se decide a la salida de un córner. Pero hay algo bonito en Vox. Insisto, me duelen los dedos taquigrafiando esto. Es la historia de un síntoma, de un dolor reprimido, de un imposible lógico que atora a las Españas desde hace ya 40+40 años. Podemos surgió como la luz al final del túnel (todavía no era Vigo), nació como la queja de los que ya no se creen el invento. Fueron y son un alto en el camino, una apuesta decidida por investigar cuentas, cunetas, faralaes y braguetas. No reculan a la hora de remover depósitos de mierda acumulada o ecualizar la distancia entre los credos y la nada. Podemos fue en definitiva un golpe definitivo al edificio de lo permitido. Pero claro toda acción conlleva una reacción y toda ecuación tiene su señor Smith para balancearla. Ahí esta Vox, una vez abierta la box la derecha se fue arrinconando en sus cuarteles de invierno, empezó a hablar de “esos son cosas del abuelo”, de matices en las declaraciones, de Venezuela y de que Sudamérica fue conquistada con capital privado. A los resentidos del otro lado se les activó el detector de gilipolleces (Lehendakaris muertos dixit) y vieron caldo de cultivo para asegurarse un buen retiro. Así como en el 36 la república, el analfabetismo y el hambre copaban la lista de éxitos hoy los ninis, la precariedad y la ignorancia triunfan entre los hijos de las democracias neoliberales del sur de Europa. Pero hay una cosa buena. Ya no hay máscaras, los fachas hablan, los rojos hablan y ya ninguno es lo que era. Los rojos  abandonaron la dictadura del proletariado, donde estuvo Marx ahora está Laclau y donde estaba el proletariado ahora está un tuitero encarcelado. Los otros, por más que quieran, sufren del mismo tinglado; donde estaba una grande y libre ahora está Cataluña y los gays grandes y libres. Las segundas nupcias son su marca de identidad, primero en su fundador y segundo cuando hablan de inmigración porque se casan con unos y con otros dependiendo de la delgada línea entre el sí y el no. Aún así es bueno. Hoy, día de la Constitución, volvemos al punto que la carta magna reprimió. Podemos ahora si que puede ofrecer una solución porque por fin nos asomamos todos al balcón. Esperemos que no sea para ser otra vez síntoma-repetición sino para que el sujeto de las Españas que quedó varado en la transición pueda volver a discutir esta vez sin trampa ni cartón.

Walter MIchigan 6 de diciembre de 2018
Herbello.


martes, 25 de septiembre de 2018

sábado, 28 de abril de 2018

COSAS QUE TU PSIQUIATRA NUNCA TE DIJO. EL LIBRO

Años de cierta desidia y ausencia blogera se ven ahora justificados. Escrito a dos manos por Javier Carreño y Kepa Matilla este libro es el fruto de la sedimentación y argumentación meditada de muchos de los posts que se fueron deslizando por aquí durante años. También evidentemente de las sinergias que se crearon en este particular mundo-blog con compañeros y amigos como Postpsiquiatría, Radio Nikosia, Antonio Olives y tantos otros.
Esperemos que sea del gusto de todos y por qué no de algún disgusto de otros.


sábado, 14 de abril de 2018

Psicoanalistas ordinarios

Qué interés puede tener un psicoanalista en diagnosticar cualquier rareza como psicosis. Ésta es una deriva actual. Bueno, en realidad es algo que se lleva haciendo desde los años 50 del siglo XX, por poner una fecha.
Estamos al corriente de los cambios sociales ocurridos durante el pasado siglo. Estos cambios influyeron, de alguna manera, en la subjetividad de la época. Así surgen los sujetos llamados narcisistas y los borderline por doquier. Es decir, ésta es la manera que tienen los psicoanalistas de llamar a los sujetos modernos tras la Segunda Guerra Mundial. Quién puede pensar que el tipo pasado de drogas de los años sesenta en Woodstock se pueda parecer al alto funcionario de la Viena de finales del siglo XIX.
Los tiempos cambian Sr. psicoanalista ordinario y usted tilda de psicótico aquello que no se adecua a sus esquemas clásicos de las neurosis. ¿Cuántos ingresos por crisis maniacas provocadas únicamente por antidepresivos conocía Freud? ¿Usted llama a eso psicosis? Entonces usted no conoce el mundo moderno, es usted un ordinario. O ¿cuántos sujetos palidecen en pesudomelancolías medicamentosas? Es más ¿cuántos sujetos son simplemnete subyugados por impenitentes horarios de trabajo sin cobijo sindical? Muchos de elllos se refugian en tatuajes, consumos bizarros y escentricidades bañadas de psicoestimulantes y psicodislépticos.
Los signos discretos, se lo digo, los detalles... ¡eso es el demonio! Efectivamente, usted sostiene que los locos antes del desencadenamiento presentan signos mínimos. Bien, pero sí usted lee en la historia de la clínica los casos de psicosis discretas entonces se dará cuenta que lo que llaman discreto, en realidad, estaban completamente enajenados. Lea usted a Sérieux y Capgras, por poner un ejemplo. Esos casos de discretos no tienen nada.Hay más distancia entre la psicosis ordinaria y la psicosis de toda la vida, que entre la psicosis ordinaria y la neurosis. ¿Por qué poner la frontera tan baja?
Es como con la diabetes. El ejemplo de enfermedad por excelencia. ¿Por qué? Pues porque depende de la cantidad de azúcar medible en sangre. Bueno, pues este nivel, está frontera entre lo que es diabetes y lo que no, ha ido variando con el tiempo. Esta variación ha obedecido a intereses farmacéuticos, entre otros.
Qué interés tiene usted, psicoanalista ordinario en llamar psicosis a los sujetos modernos. No se me ocurre otra cosa que el poner una distancia con sus pacientes, quizás también poner distancia con la realidad tan obsecna para con la teoría clásica. En definitiva la solución parece que es alejarlos. Tratarlos como diferentes. ¿No es la psicosis ordinaria una etiqueta para la segregación? ¿No parece a todas luces un llamado más del discurso de la homogenización de lo insoportable? Es más, en el otro lado de la balanza, se podría decir que la psiquiatría más ordinaria juega también a este maniqueo juego. Ese DSM V del que usted despotrica se pasea también por lo dimensional y habla ufano de "riesgo de psicosis" y utiliza en el colmo de la desgracias los mismos argumentos "discretos". Ambos, psiquiatra y psicoanalista ordinarios, meriendan los mismos bocadillos de nada.  Engordan sus textos con la ignorancia sobre la psicopatología clásica y además le añaden la salsa del absoluto desconocimennto de los efectos que produce el guiso de neoliberalismo que por otro lado tan lleno está de nada. Son por lo tanto psiquiatras y psicoanalsitas ordinarios productos de su tiempo, si bien del psicoanálisis algunos esperamos que sea capaz de trascender su tiempo como ya hiceron los maestros.

           Walter Michigan
           14 de abril de 2018

martes, 3 de abril de 2018

Psicopatología de la España cotidiana

Axel García Martínez nos mande este fino análisis sobre el pasado reciente del síntoma España.






No hay Moranco bueno
Quizás deberíamos ir echando la reja. Cerrar todo esto. Asumir nuestro fracaso y mandarlo todo a la mierda. Poner el cartel de “se vende”. Anunciarlo en internet. Vender boli Bic y regalar un país. Por país me refiero a España, no al periódico otrora (qué buena expresión otrora, y se está perdiendo) conocido como “ABC”. Esto ya no se puede remontar. Reconozco que fui uno de esos ilusos que pensó que se podía. Me creí al PP cuando decían aquello de “en la buena dirección”. Estábamos llegando al punto necesario. El de la autodestrucción. Es muy simple, para construir algo antes tienes que destruir lo anteriormente construido. Volver a convertirlo en un solar y ellos lo estaban haciendo. Cada vez que les veía robando con sus pulseritas con la bandera de España algo se removía en mis adentros. Decía “ahí va un patriota”. Alguien que por fin ha entendido de qué va esto. No robaban para lucrarse, lo hacían por España. Qué cojones, ESPAÑA. En mayúsculas y negrita. Que se note que en nuestro imperio no se ponía el sol. Me dolían las manos de aplaudir cada martillazo en un disco duro. Cada tarjeta black. Cada volquete de putas. Y lo tuvimos en la yema de los dedos. Casi un año sin gobierno, la oportunidad perfecta. Sin nadie que nos dijese lo que teníamos que hacer. Era el momento de construir, de rehacer España (perdón, ESPAÑA). Y, de repente, al igual que Carrero Blanco, nuestra oportunidad de oro se nos fue volando. Venezuela. Recuperación económica. Ciudadanos. Farlopa. Falangipsters. Susana Díaz. Susana Griso asustando a viejas. Un día nos acostamos pensando que Pdro Snchz era un mediocre de derechas y al día siguiente era nuestro puto Madiba. Cómo nos la jugaron. Nos pusieron el caramelito en la boca y nos lo quitaron en el último suspiro.
Sé que todo esto de cerrar el chiringuito puede sonar a locura, pero hacedme caso, es la salida más digna. Es una ocasión de acabar con esta farsa. De acabar un poco en alto. Vender un país lleva un tiempo y eso nos da un margen. Podemos aprovechar para hacer una gran gira de despedida por toda Europa: “ESPAÑA, gira tributo”. Con actuaciones musicales de Ramoncín, Alaska, Loquillo, Marta Sánchez, Nacho Cano (si es que sigue vivo, la verdad es que no tengo ni idea), Sonia y Selena, Javián de OT1, David Civera, monólogos de Felisuco, los Morancos, el rubio de Cruz y Raya, y acabar con un apoteósico speech de M. Rajoy mientras tira whisky al público en homenaje a Rita Barberá. De la coca se ya encargaría Albert. Sería lo mejor que les enviaríamos a nuestros vecinos europeos desde la gripe española del siglo XIX. Para lo que nos queda en el convento, cagarnos dentro.
Pero no solo tendríamos la posibilidad de despedirnos hacia fuera, sino también hacia dentro. Entre compatriotas. Cambiar el significado de todos los símbolos. Que el puño en alto sea de fachas y el brazo estirado de izquierdas. Republicanos defendiendo la bandera del pollo y falangistas la tricolor. Follarnos las mentes a nosotros mismos. Organizar una gran fiesta de disfraces. Que los independentistas pasen a defender la unidad de ESPAÑA y los “unionistas” la independencia de Cataluña. Tampoco sería un gran cambio, solo serían unos fachas disfrazados de otro tipo de fachas. Si Puigdemont hubiese nacido en Torrejón de Ardoz estaría por ahí diciendo que referéndum sí, pero que voten todos los españoles (yo todavía sigo indignado porque no nos dejasen votar en el que hubo hace unos años en Escocia). Marta Sánchez cantando Els Segadors. Ahí, sin pedir perdón.
En definitiva, una enorme macrofiesta en homenaje a lo absurdo de nuestro país, a lo que hemos construido; a la herencia recibida. Algo lo suficientemente estúpido y carente de sentido, que quizás a base de disfraces consiguiese que unos cuantos se quitasen las caretas. Mostrar la estafa construida a base de etiquetas. Unas etiquetas que nos limitan y nos conducen hacia el pensamiento único, basado en la estúpida idea de “eres esto así que, tienes que significarte y apoyar todo lo que salga de esta manera de pensar”. O lo que es lo mismo, “deja de pensar, que ya lo hace tu etiqueta por ti”. Una retirada a tiempo, puede ser una victoria.

sábado, 3 de marzo de 2018

¿A dónde fueron los psicoanalistas?




            Hasta bien entrados los 80 aunque parezca muy raro casi todos los psiquiatras sabían de psicoanálisis y lo utilizaban en su clínica diaria. No era infrecuente que cuando te formabas como psiquiatra en la residencia (pasantía en Sudamérica) te psicoanalizases  y realizases múltiples cursos y lecturas al respecto. Además la mayoría de tus maestros también habían pasado por eso o compartían más o menos una formación psicoanalítica.  ES sobradamente conocido que cuando Freud empezó su obra fue ridiculizado y pasó más de diez años escribiendo y trabajando sin tener ningún tipo de reconocimiento por parte de sus colegas. Su famoso libro de La Interpretación de los sueños fue criticado duramente y en los primeros 10 años de su publicación solo se habían vendido 600 ejemplares. Era habitual criticarlo entre los médicos muchas veces sin haberlo leído ( Memorias de Freud[1]). Poco a poco se fue dando a conocer y a influir a otros profesionales del continente europeo, pero fue cuando Freud hizo una gira triunfal por EE.UU cuando el psicoanálisis se puso totalmente de moda. Según Shorter, un señor al que no le gusta nada el psicoanálisis, las clases pudientes de las grandes ciudades con una gran mayoría judía como Freud empezaron a adoptar este método para reafirmar su identidad y resolver sus problemas y síntomas. Esto se extendió al conjunto de la creciente clase media americana. Llegó a las universidades y de aquí a la practica en las instituciones. Para que se hagan una idea los primeros manuales diagnósticos de psiquiatría DSM I y DSM II eran totalmente de inspiración psicoanalítica. Aunque no dudaron en calcar 109 diagnósticos su corpus etiológico eran siempre conflictos inconscientes. Esa moda volvió a Europa y arrasó también en Francia, Inglaterra y Suiza. Otros países en medio de guerras y reconstrucción  como Alemania y España quedaron más descolgados. De Europa pasó también a Sudamérica especialmente a Argentina, Chile y Uruguay países donde también había que hacerse una pregunta sobre la identidad al ser países nacientes en grandes procesos migratorios y donde el psicoanálisis, a día de hoy,  sigue gozando de relativa buena salud. La cuestión es que en los años 60 el psicoanálisis en EE.UU se había convertido en una cosa, cara y tediosa con múltiples controles y jerarquías casi eclesiales. Habían hecho una lectura de Freud muy a la manera americana capitalista de la eficacia. Un resumen de lo que era un psicoanálisis de aquella época era pasar días en un diván adivinando tus impulsos sexuales inconscientes y tus fantasmas agresivos para terminar siendo parecido al psicoanalista. En vez de liberar tu inconsciente tenías que conocer tus miserias y reprimirlas para convertirte en un ciudadano ejemplar como se supone que era el psicoanalista. Como dice Bruce Fink[2] este psicoanálisis no evolucionó y se quedó estancado en el proceder de Freud (Freud nunca dijo que la técnica tenía que ser estrictamente como el hacía[3]) y en sus últimos escritos sobre el yo y el ello. Especialmente se concentraron en los trabajos sobre los mecanismos de defensa de Ana Freud (siempre defendiéndose los yankees). Con la progresiva entrada de medicamentos ansiolíticos (meperibamato, valium ), antidepresivos y antipsicóticos la gente empezó a preferir tomar drogas antes que meterse en ese lío de madres, Edipos y pulsiones inconscientes. Las nuevas drogas les permitían llevar una vida eficiente y ajustada al canon americano sin tanto lío ni tanto gasto. Eso sí, también tenía efectos colaterales y es que tampoco curaban. Aliviaban quizás pero si antes dependías del analista ahora dependías de la droga. Esto evidentemente no quedó aquí, en Europa otros psicoanalistas siguieron profundizando en los textos de Freud. Se prodigaron otras escuelas con enfoques diferentes y técnicas más a la orden de los nuevos tiempos. Winicott, Klein y nuestro querido Lacan. Lacan, en lo que el llamó su “retorno a Freud” desacralizó todo esto del psicoanálisis que se había convertido en una iglesia de dogmas e interpretaciones cerradas. Modificó la técnica, ya no eran obligatorias tantas sesiones seguidas ni un tiempo concreto cerrado. Digamos que liberó al inconsciente del peso del propio psicoanálisis. Se atrevió además a hablar con los pacientes psicóticos, un coto vedado hasta entonces para el psicoanálisis por recomendación de Freud y lo más importante desvinculó al psicoanálisis de toda esta cosa imaginaria de me quiero follar a mama, papa me va a castrar, los penes y las vaginas para centrase en la primera tópica de Freud que es la cuestión del lenguaje y el goce. Se trataría para Lacan de hablar sobre nuestra relación con la historia de nuestros dichos, todos los mensajes que van calando en nuestra identidad a lo largo de nuestra vida y especialmente en la infancia. Al despejar de nuestro día a día cotidiano de todas las repeticiones, de los síntomas y reducirlos a una especie de programación infantil codificada en frases, en momentos únicos que suelen acontecer a los encuentros con las grandes preguntas de la sexualidad, el amor, la identidad y la muerte. Un psicoanálisis para hacernos capaces de ser un poquito más libres y de proponer otra forma de hacer con esa historia personal  para que no nos produzca el dolor por el que habitualmente uno va al psiquiatra o psicoanalista. Piénsenlo si los dichos, las palabras, los discursos no tuviesen importancia en la conducta y en la identidad humana no existiría la publicidad y parece que existe y que goza de buena salud.
           
           En fin las teorías de Lacan dieron un vuelco al psicoanálisis y a la cultura en general, revitalizando la teoría psicoanalítica así como la formación de profesionales psi en Francia, España y especialmente en Sudamérica (con Argentina y Brasil a la cabeza). Su influencia traspasa el ámbito de la psicopatología para llegar a la filosofía, la política y el arte como dan buena cuenta Zizek (pongan en internet su video sobre los WC, no se lo pierdan), Laclau, Jorge Alemán o Judith Batler.


[1]   S. Freud. Autobiografía. Alianza Editorial, 2006.
[2]   B. Fink. Introducción clínica al psicoanálisis lacaniano.Ed. Gedisa, 2007
[3]   S. Freud. Obras Completas. Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico. Ed Amorrortu, 1912

miércoles, 28 de febrero de 2018

No soy yo es mi cerebro.




            A menudo escuchamos en los medios frases como “descubierto el gen de la esquizofrenia” o “descubierto el gen del alcoholismo”.  O incluso “se descubren las zonas del cerebro implicadas en el trastorno bipolar”, “se encuentra la sustancia que falta en el cerebro en el TDHA”. Es importante que sepan que esto es una sucia mentira. Si bien en profundidad habitualmente estas investigaciones descubren que en muchas personas (no todas) con esquizofrenia o alcoholismo a veces comparten algunas secuencias de genes o que en los cerebros de ciertas personas diagnosticadas de algo se comportan de forma similar en los estudios de neuroimagen. No tenemos una idea clara de como funciona el cerebro y todo estos esfuerzos ayudan a cernir la cosa pero cuando los medios dicen estas bobadas propagandísticas están diciendo sutilmente otra cosa. Las enfermedades mentales son cosas del cerebro. Usted no tiene nada que hacer, déjese hacer por los médicos que ya encontrarán la solución.  Eso no va a a pasar nunca. Si algo sabemos de los estudios sobre el cerebro es que este el está totalmente interconectado. Cualquier modificación medicamentosa o quirúrgica va a modificar a la persona en su conjunto. Piensen por ejemplo cuando toman antidepresivos, quizás no sientan la tristeza pero a la vez a menudo les cuesta mantener relaciones sexuales o llegar al orgasmo. Sonríen a veces pero no saben por qué o si toman un ansiolítico se encuentran relajados pero saben que el problema sigue esperando al otro lado de la puerta. En 1937 un neurólogo portugués, Egas Moniz, anunció a bombo y platillo una cura para la locura que consistía en hacer un agujerito en la frente con un taladro y llevarse así, a la brava, una zona específica cerebral. Decía que curaba la obsesión, la esquizofrenia e incluso hasta le dieron el Nobel de Fisiología y Medicina. A Obama le dieron el de la paz, no sabemos muy bien como fucnionan los del Nobel pero se lo tienen que hacer mirar. Volviendo a nuestro tema resulta que si, que las personas tratadas con este “delicado” método mejoraban en sus síntomas más prominentes. También nunca volvían ser los mismos. Se encontraban desinhibidos, apragmáticos incapaces de manejarse con prudencia y normalidad social. Este increíble método cayó en desuso por razones obvias  y todavía familiares de pacientes lobotomizados  piden que se le retire el Premio Nobel a Egas Moniz.

Actualmente en el día a día de las consultas es muy frecuente escuchar “doctor deme algo pero que no me atonte” o “quíteme esta angustia pero que no parezca que estoy drogado/a” y es que cualquier modificación en nuestro sistema nervioso central tiene consecuencias. Esto va a ser así siempre. Todas las investigaciones en neurociencia, los análisis genéticos, los nuevos tratamientos van a chocar siempre con ese otro efecto que es desposeer a la persona de sus características individuales y de las consecuencias de su historia personal. A veces, también hay que decirlo, hay pacientes que preferirían ser otra persona a sufrir lo que sufren y, ojo, a veces es mejor vivir drogado realmente. Pero creemos que la artillería medicamentosa quirúrgica es siempre y ha de ser una solución a corto plazo, un bálsamo urgente una especie de parada en el camino a modo de avituallamiento y confort no nuestro horizonte final de salud.
Creemos como dicen  F. Ansermet y P. Magistreti [1], que “El individuo se revela genéticamente determinado para no estar genéticamente determinado”. Es decir, el ser humano tiene la capacidad para adaptarse y todo eso es su mayor talento genético. El cerebro es plástico, es moldeable, está en continua relación con lo que viene de fuera y la propia persona es en si un sujeto dividido entre lo que le contaron, lo que vio, lo que sintió y lo que desea. Desde este lugar se puede pensar la enfermedad mental como un fracaso en la adaptación, en la integración de lo que viene de fuera y lo que uno ha creado como motor de su vida. Es posible por lo tanto que a través de los tratamientos por la palabra cambiar la arquitectura cerebral de una forma pausada, ergonómica, que ajuste la historia, el presente y el deseo de la persona sin la abrupta incisión de un cirujano ni la parsimonia falsa de una droga que no nos dice nada de nosotros mismos. Y es que al final de una terapia por la palabra, siempre que esta no sea darte solo consejitos, uno es diferente pero lo mismo. Uno puede llegar a saber que le obsesiona que le enloquece y crear un nuevo tipo de lazo más amable y soportable con eso que forma parte de él desde el principio.


[1]          A chacun son cerveau, plasticité neuronale et inconscient”.  , éd. Odile Jacob, Paris, 2004, p. 22

miércoles, 21 de febrero de 2018

Cosas que tu psiquiatra vuelve




Hemos estado, durante un tiempo, muy atareados elaborando un libro. Pero, de nuevo, estamos aquí y volvemos al blog. Queremos, en este nuevo periodo, integrar en el blog textos que manifiesten aquello que nunca dijo la psiquiatría.  Invitamos a participar a pacientes, analizantes, usuarios, conciudadanos…etc. que desean expresar sus ideas sobre el tema.
Hoy, Empezamos con un texto de Axel García Martínez. Texto basado en sus reflexiones sobre el programa de “Salvados” al hilo de la depresión.



Robocop no sufre depresión

El otro día entré en twitter y entre los trending topics en España hubo uno que me llamó la atención: #1decada5. No sabía a qué se podía referir, así que cliqué en él. Era un nuevo programa de Salvados. Todo eran alabanzas y felicitaciones. Habían llevado al “prime time” un tema que nunca se trata en televisión. La depresión. Me faltó tiempo para abrir una nueva pestaña, entrar en la web de Atresmedia y ver el programa.

Me lo comí rápido. Bueno, todo lo rápido que pude si tenemos en cuenta que metían dos o tres anuncios cada cinco minutos (sé lo que estáis pensando, a mí también me dejó a cuadros que hubiese tanta publicidad en la web del grupo de Antena 3). Lo digerí lento. Todavía me repite. Quizás por las expectativas que me habían generado esos tweets. Quizás por la alta estima que le tengo al programa de Jordi Évole. O quizás porque mi visión como paciente dista bastante de lo expuesto en él. Me dejó una sensación rara. Me esperaba más.

El inicio fue esperanzador. Hablaron de cómo te hace sentir. Utilizando algunos de ellos unas frases muy acertadas. Muy gráficas. Hasta que se empezó a hablar del suicidio. En el momento en que uno de los psiquiatras que participó en el programa afirmó que un 7/8% de las personas que sufren depresión se van a matar, éste comenzó a derivar hacia el confuso despropósito en el que se acabó convirtiendo. Ahí apareció en escena Carmen. Una chica cuya madre se suicidó y que daba la sensación de no haber superado este suceso. De haber ido a Salvados a exculpar a su madre de algo de lo que no tiene ninguna culpa. Afirmó que una persona no se suicida. Que su madre no se suicidó. Que murió por suicidio. Hizo una desafortunada y peligrosa comparación entre la depresión y el cáncer. Y nadie le dijo nada.

En el cáncer el paciente no puede hacer nada más que someterse a lo que los médicos decidan. Sólo los médicos pueden curarle. En la depresión es todo muy distinto. El médico te da los medios y tú buscas las respuestas. Tú te psicoanalizas. Le das la vuelta a tu cabeza como si de un calcetín se tratase. Lo siento Carmen, pero alguien tiene que decirlo. Tu madre se suicidó. Fue una decisión propia. Obviamente condicionada por una enfermedad que le llevó a un punto en el que no encontró más salidas. Pero lo hizo ella. Y no hizo nada malo. No hay nada de lo que disculparla. Pero no se puede realizar esa comparación en televisión porque envías un mensaje equivocado a los pacientes de una y otra enfermedad. Y alguno de los dos especialistas presentes allí, debió decir algo.

Pero, sin duda, lo más sorprendente de todo fue conocer el caso de Noelia. Una mujer convertida en cyborg. Enric Álvarez, el psiquiatra invitado al programa, la ha sometido a una estimulación cerebral profunda. Sí, yo tampoco tenía ni puta idea de qué era esto hasta ese momento. Le abrieron la cabeza colocándole dos electrodos en el cerebro conectados a un cable que a su vez los conectaba con una batería que la paciente lleva instalada en el abdomen.

Agujerear. Atornillar. Cables. Batería. El lenguaje utilizado a estas alturas era más propio de Bricomanía que de un espacio dedicado a la depresión. Con esto no quiero, ni mucho menos, hacer mofa de Noelia, pero probablemente su inclusión en un programa que trata de normalizar esta enfermedad no fue la decisión más adecuada. Sobre todo, porque no estoy seguro de que lo suyo sea una simple depresión, es decir, seguramente sufra otro tipo de problemas psicológicos bastante más graves. Si quieres mostrar a una de cada cinco personas, ella no lo era.

Además, Noelia también comentó su experiencia con los electroshocks. Habló de que le provocaban ciertas pérdidas de memoria y lapsus a la hora de mantener una conversación, cosa que todavía le sucede actualmente a causa de aquel tratamiento. Unos minutos después de esto, nuestro Doctor Frankenstein de la psiquiatría dijo que había que desestigmatizar este procedimiento y que mejora hasta un 90% de las enfermedades depresivas. Yo aquí ya estaba completamente desorientado. Hace que pierdas la memoria y que no te salgan las palabras, pero es muy efectivo. Pasas de sentirte mal, a no sentir. No sabía si escandalizarme o pedirle a mi psiquiatra que me diese descargas hasta que oliese a pollo frito.

Como artista invitado el programa contó con Iván Ferreiro, quien comentó algunas cosas bastante interesantes como la empatía que debe existir entre médico y paciente o la sensación de ser imbécil que tienes durante este proceso al ver que esto sólo te sucede a ti, mientras la gente de tu entorno continua con el desarrollo normal de sus vidas. Es una pena que se perdiese en su papel “intensito” hablando de sabores, olores, tacto y colores a la hora de diferenciar entre depresión y tristeza. Tema en el que se obcecó, hasta el punto de estar un rato exponiendo las causas por las que la depresión no da para hacer canciones, pero la tristeza sí. La primera, según él, no da placer a nadie. Llevo años viendo a Ignatius Farray haciendo algo tan sensible como la comedia a partir de su propio sufrimiento y depresión, incluso tiene una serie El fin de la comedia basada en su deprimente vida (hasta eché en falta algo de humor a la hora de tratar el asunto). Y la gente parece preparada para ello. Así que, no nos la intentes colar con esto. Porque es hasta positivo para la causa que se hagan este tipo de cosas. A estas alturas yo ya me arrepentía de haberme tomado el ansiolítico de la tarde y la pastilla para dormir porque lo único de lo que tenía ganas era de bajar a la cocina y beberme una cerveza.

Por otro lado, ¿Por qué esta obsesión con etiquetar las cosas como depresión o tristeza? Qué más da. Eso lo deben diferenciar los especialistas. Los pacientes ya nos comemos demasiado la cabeza como para estar pensando si lo que sufrimos es una cosa u otra. Esa no es nuestra guerra. Que lo decidan ellos.

Dentro de todas estas sombras, hubo momentos de grandes luces. Traídos en buena parte de la mano de Georgina, cuya participación fue brillante. Expuso a la perfección los problemas de nuestra sanidad (eso se hizo en general muy bien en todo el programa contando también, con muy buenos apuntes de Iván Ferreiro y la otra doctora allí presente), lo caro que resulta acudir a una consulta privada y fue, ante todo, muy natural. De hecho, una de las frases que más sorprendieron a Jordi Évole salió de su boca. En un momento dijo: “ahora que me estoy muriendo menos” para referirse a su situación actual. Muy cruda. Sin necesidad de dárselas de nada.

En los minutos finales, yo estaba en estado de shock (sin electro, por suerte). No sabía qué pensar. Me había visto identificado por momentos. Me había horrorizado el trato dado al tema en otros. Todo era confusión y ansiedad. Me dolía el pecho. Sentía preocupación. Preocupación porque a tanta gente le pareciese digno de alabar (aunque la intención fue muy buena, la ejecución no me lo pareció tanto). Preocupación por el mensaje enviado acerca del electroshock. Preocupación por la comparación con el cáncer. Preocupación porque alguien se hubiese olvidado de enchufar a la pobre muchacha y se fuese a quedar sin batería antes de acabar el programa. Estaría feo, la verdad.



martes, 8 de noviembre de 2016

Psicoanálisis de España







1975. Papá ha muerto
1976. Eh,.....wait. ¿Quién manda?
1978. El que dijo papá.
1979. ¿Y qué dice el que dijo papá?. Que mande uno de los que estaba con papá que era joven.
1982. Tenemos libertad pero no tenemos pasta. Que mande el de la chaqueta de pana.
1986. El de la pana hace lo contrario a lo que decía pero hay pasta. Que siga.
1992. Somo millonarios estamos todos locos. Salimos en la parabólica. Viva el papa nuevo.
1996. Corrupción, crisis, no hay pasta. Que venga el papá nuevo del bigote que es como el antiguo pero no mata gente. Se hace llamar Centroman.
2000. Compremos casas. Somos millonarios. Somos europeos. Que siga el del bigote.
2004. El de bigotes nos mete en jaleos y matan gente. Votemos al otro papá.
2008. El otro mola. Parecía tonto pero deja a la gente casarse y da dinero para cuidar a la gente.
2011. El otro papá esta agobiado porque hay un papá mayor que no le da dinero. Los de los aviones se enfadan. Los señores de las bombas dejan de poner bombas. El del bigote manda a un papá amigo suyo. Le votamos.
2014. El que dijo papá (primigenio) dice que pasa que esto es un rollo. Deja a su hijo que está muy preparado.
2015. El hijo nos pide que nos aclaremos sobre quien queremos que sea nuestro papá. Nos peleamos. Hay cuatro papás y son todos muy majos pero están enfadados.
2016. Los papás siguen enfadados, dicen que el verdadero papá está entre Berlín y Panamá.
2016. Como papá viaja tanto entre Berlín y Panamá unos dicen que lo mejor es abstenerse y esperar a que queramos que ellos sean papá.

lunes, 20 de junio de 2016

Master en Psicopatología

A quien pueda interesar.

El año que viene se inicia un master en psicopatología y clínica psicoanalítica.


José María Álvarez y Fernando Colina son los principales profesores. El programa docente desarrolla la enseñanza que durante tres décadas se ha elaborado en el antiguo Hospital Psiquiátrico Dr. Villacián de Valladolid y en el actual Hospital Universitario Río Hortega. Con este modelo se han formado especialistas en Psiquiatría y Psicología clínica desde hace más de treinta años.
Psicopatología y clínica psicoanalítica es un máster de la Universidad de Valladolid, que se imparte en la Facultad de Medicina de la UVa. Es presencial y se desarrollará a lo largo de dos años (2016-2017 y 2017-2018). Está reservado a treinta y dos alumnos, como máximo. Consta de 50 créditos ECTS: 6.5 de Formación básica; 23.5 de Formación obligatoria; 10 de Prácticas externas; 10 de TFM. Las clases se darán durante un fin de semana al mes, entre octubre y junio, excepto el mes de febrero que se dictarán durante dos fines de semana.


Para más información:


http://jmalvarez.org/master-de-psicopatologia/

https://formacion.funge.uva.es/cursos/master-psicopatologia-y-clinica-psicoanalitica-16/