Qué interés puede tener un psicoanalista en diagnosticar
cualquier rareza como psicosis. Ésta es una deriva actual. Bueno, en
realidad es algo que se lleva haciendo desde los años 50 del siglo XX,
por poner una fecha.
Estamos al corriente de
los cambios sociales ocurridos durante el pasado siglo. Estos cambios
influyeron, de alguna manera, en la subjetividad de la época. Así surgen
los sujetos llamados narcisistas y los borderline por doquier. Es
decir, ésta es la manera que tienen los psicoanalistas de llamar a los
sujetos modernos tras la Segunda Guerra Mundial. Quién puede pensar que
el tipo pasado de drogas de los años sesenta en Woodstock se pueda
parecer al alto funcionario de la Viena de finales del siglo XIX.
Los
tiempos cambian Sr. psicoanalista ordinario y usted tilda de psicótico
aquello que no se adecua a sus esquemas clásicos de las neurosis.
¿Cuántos ingresos por crisis maniacas provocadas únicamente por
antidepresivos conocía Freud? ¿Usted llama a eso psicosis? Entonces
usted no conoce el mundo moderno, es usted un ordinario. O ¿cuántos sujetos palidecen en pesudomelancolías medicamentosas? Es más ¿cuántos sujetos son simplemnete subyugados por impenitentes horarios de trabajo sin cobijo sindical? Muchos de elllos se refugian en tatuajes, consumos bizarros y escentricidades bañadas de psicoestimulantes y psicodislépticos.
Los
signos discretos, se lo digo, los detalles... ¡eso es el demonio!
Efectivamente, usted sostiene que los locos antes del desencadenamiento
presentan signos mínimos. Bien, pero sí usted lee en la historia de la
clínica los casos de psicosis discretas entonces se dará cuenta que lo
que llaman discreto, en realidad, estaban completamente enajenados. Lea
usted a Sérieux y Capgras, por poner un ejemplo. Esos casos de discretos
no tienen nada.Hay más distancia entre la
psicosis ordinaria y la psicosis de toda la vida, que entre la psicosis
ordinaria y la neurosis. ¿Por qué poner la frontera tan baja?
Es
como con la diabetes. El ejemplo de enfermedad por excelencia. ¿Por
qué? Pues porque depende de la cantidad de azúcar medible en sangre.
Bueno, pues este nivel, está frontera entre lo que es diabetes y lo que
no, ha ido variando con el tiempo. Esta variación ha obedecido a
intereses farmacéuticos, entre otros.
Qué
interés tiene usted, psicoanalista ordinario en llamar psicosis a los
sujetos modernos. No se me ocurre otra cosa que el poner una distancia
con sus pacientes, quizás también poner distancia con la realidad tan obsecna para con la teoría clásica. En definitiva la solución parece que es alejarlos. Tratarlos como diferentes. ¿No es la
psicosis ordinaria una etiqueta para la segregación? ¿No parece a todas luces un llamado más del discurso de la homogenización de lo insoportable? Es más, en el otro lado de la balanza, se podría decir que la psiquiatría más ordinaria juega también a este maniqueo juego. Ese DSM V del que usted despotrica se pasea también por lo dimensional y habla ufano de "riesgo de psicosis" y utiliza en el colmo de la desgracias los mismos argumentos "discretos". Ambos, psiquiatra y psicoanalista ordinarios, meriendan los mismos bocadillos de nada. Engordan sus textos con la ignorancia sobre la psicopatología clásica y además le añaden la salsa del absoluto desconocimennto de los efectos que produce el guiso de neoliberalismo que por otro lado tan lleno está de nada. Son por lo tanto psiquiatras y psicoanalsitas ordinarios productos de su tiempo, si bien del psicoanálisis algunos esperamos que sea capaz de trascender su tiempo como ya hiceron los maestros.
Walter Michigan
14 de abril de 2018
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