martes, 3 de abril de 2018

Psicopatología de la España cotidiana

Axel García Martínez nos mande este fino análisis sobre el pasado reciente del síntoma España.






No hay Moranco bueno
Quizás deberíamos ir echando la reja. Cerrar todo esto. Asumir nuestro fracaso y mandarlo todo a la mierda. Poner el cartel de “se vende”. Anunciarlo en internet. Vender boli Bic y regalar un país. Por país me refiero a España, no al periódico otrora (qué buena expresión otrora, y se está perdiendo) conocido como “ABC”. Esto ya no se puede remontar. Reconozco que fui uno de esos ilusos que pensó que se podía. Me creí al PP cuando decían aquello de “en la buena dirección”. Estábamos llegando al punto necesario. El de la autodestrucción. Es muy simple, para construir algo antes tienes que destruir lo anteriormente construido. Volver a convertirlo en un solar y ellos lo estaban haciendo. Cada vez que les veía robando con sus pulseritas con la bandera de España algo se removía en mis adentros. Decía “ahí va un patriota”. Alguien que por fin ha entendido de qué va esto. No robaban para lucrarse, lo hacían por España. Qué cojones, ESPAÑA. En mayúsculas y negrita. Que se note que en nuestro imperio no se ponía el sol. Me dolían las manos de aplaudir cada martillazo en un disco duro. Cada tarjeta black. Cada volquete de putas. Y lo tuvimos en la yema de los dedos. Casi un año sin gobierno, la oportunidad perfecta. Sin nadie que nos dijese lo que teníamos que hacer. Era el momento de construir, de rehacer España (perdón, ESPAÑA). Y, de repente, al igual que Carrero Blanco, nuestra oportunidad de oro se nos fue volando. Venezuela. Recuperación económica. Ciudadanos. Farlopa. Falangipsters. Susana Díaz. Susana Griso asustando a viejas. Un día nos acostamos pensando que Pdro Snchz era un mediocre de derechas y al día siguiente era nuestro puto Madiba. Cómo nos la jugaron. Nos pusieron el caramelito en la boca y nos lo quitaron en el último suspiro.
Sé que todo esto de cerrar el chiringuito puede sonar a locura, pero hacedme caso, es la salida más digna. Es una ocasión de acabar con esta farsa. De acabar un poco en alto. Vender un país lleva un tiempo y eso nos da un margen. Podemos aprovechar para hacer una gran gira de despedida por toda Europa: “ESPAÑA, gira tributo”. Con actuaciones musicales de Ramoncín, Alaska, Loquillo, Marta Sánchez, Nacho Cano (si es que sigue vivo, la verdad es que no tengo ni idea), Sonia y Selena, Javián de OT1, David Civera, monólogos de Felisuco, los Morancos, el rubio de Cruz y Raya, y acabar con un apoteósico speech de M. Rajoy mientras tira whisky al público en homenaje a Rita Barberá. De la coca se ya encargaría Albert. Sería lo mejor que les enviaríamos a nuestros vecinos europeos desde la gripe española del siglo XIX. Para lo que nos queda en el convento, cagarnos dentro.
Pero no solo tendríamos la posibilidad de despedirnos hacia fuera, sino también hacia dentro. Entre compatriotas. Cambiar el significado de todos los símbolos. Que el puño en alto sea de fachas y el brazo estirado de izquierdas. Republicanos defendiendo la bandera del pollo y falangistas la tricolor. Follarnos las mentes a nosotros mismos. Organizar una gran fiesta de disfraces. Que los independentistas pasen a defender la unidad de ESPAÑA y los “unionistas” la independencia de Cataluña. Tampoco sería un gran cambio, solo serían unos fachas disfrazados de otro tipo de fachas. Si Puigdemont hubiese nacido en Torrejón de Ardoz estaría por ahí diciendo que referéndum sí, pero que voten todos los españoles (yo todavía sigo indignado porque no nos dejasen votar en el que hubo hace unos años en Escocia). Marta Sánchez cantando Els Segadors. Ahí, sin pedir perdón.
En definitiva, una enorme macrofiesta en homenaje a lo absurdo de nuestro país, a lo que hemos construido; a la herencia recibida. Algo lo suficientemente estúpido y carente de sentido, que quizás a base de disfraces consiguiese que unos cuantos se quitasen las caretas. Mostrar la estafa construida a base de etiquetas. Unas etiquetas que nos limitan y nos conducen hacia el pensamiento único, basado en la estúpida idea de “eres esto así que, tienes que significarte y apoyar todo lo que salga de esta manera de pensar”. O lo que es lo mismo, “deja de pensar, que ya lo hace tu etiqueta por ti”. Una retirada a tiempo, puede ser una victoria.

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