jueves, 16 de diciembre de 2010

Limpiando lo siniestro

Lo siniestro es un artículo mítico de Freud donde habla de esos mínimos encuentros con lo real de la vida cotidiana. Como lo familiar puede tornarse extraño y como una palabra de repente puede desfallecer. Freud rescata que la palabra unheimlich (lo siniestro) puede tener significados opuestos según el contexto.

Pues bien, paseaba esta mañana después de luchar con la urbe a la búsqueda de un informático que se meta con problemas eléctricos (maldita hiperespecialización) cuando, cerca de mi casa, en las inmediaciones del mercado del Progreso (a nivel frutal últimamente en franco Retroceso),  me he topado con un grupo de adolescentes y una maraña de jubilados. A falta de botellón y obras, en el interior de la cápsula social que delimitaban, cimbreaba un cordón policial. Tras el cordón varios agentes de la nacional y una ambulancia. Y en el centro de estos, el epicentro de lo siniestro: un cuerpo muerto. El rumor decía tres cosas: "La han tirado", "se ha tirado", "se ha caido". (Convengamos que no suele haber más opciones salvo intervención extraterrestre con viajes en el tiempo incluídos).

M eabro paso entre risas nerviosas y sutilezas del análisis de los púberes: "Hostia que fuerte", "joder la sangre", "hay que llamar a los del CSI". Eso si: una nota dominante. La risa. La satisfacción de haber esquivado  lo real, lo insoportable. Este placer de que la vida les pasa a los otros. Más alejados, los jubilados entonaban un cántico más triste y piadoso sazonado con críticas al devenir del mundo, la modernidad y Zapatero. No faltaba alguno que sospechaba que los controladores aéreos tenían algo que ver en esto.

Yo paseé mi "sustito" (ya tengo varios muertos en la agenda visual) entre el jolgorio no sin antes percatarme de que lo primero tras la ambulancia y el furgón policial era el servicio de limpieza.

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